Estresado, sordo, con problemas de visión en un ojo y agresivo. Así se quedó Curro, un loro yaco de cola roja de una vecina de Alicante al que arrojaron sosa cáustica. El vecino de la dueña del loro se sentó ayer en el banquillo de un juzgado de Alicante acusado de maltrato animal y se enfrenta a una pena de siete meses de prisión y al pago de una indemnización de 1.900 euros que pide el fiscal, frente a 2.016 euros que reclama la acusación particular por las lesiones y los daños morales. Su abogado solicitó la absolución y criticó además en el juicio que casi cinco años después de la denuncia no se haya solucionado el problema que genera a los vecinos el loro por los ruidos.

El acusado negó ayer la acusación en el juicio y solo admitió que roció con agua al loro porque estaba molesto con sus ruidos. Según el fiscal y la acusación particular, los hechos ocurrieron el 13 de agosto de 2011 en un patio interior de un inmueble de la plaza de la Montañeta de Alicante.

Las acusaciones sostienen que el procesado cogió un bote y lo llenó de un líquido corrosivo tipo sosa cáustica y fue al patio de la vivienda colindante a la suya, donde estaba Curro en su jaula. Molesto con los ruidos del ave se subió a una silla situada junto a la pared medianera que separa los patios y roció un el líquido corrosivo al animal, cuya propietaria lo tenía desde hacía ocho años y le había domesticado y enseñado a hablar. El loro sufrió quemaduras en los ojos, en los oídos y en las axila.