En voz baja, casi balbuceando y sin un ápice de emoción en sus palabras. Así fue relatando las circunstancias que rodearon su crimen y la relación de acoso a la que sometió a su víctima el acusado de matar a machetazos a su expareja en Benaguasil en enero de 2013, obviando eso sí aquellos aspectos que pudieran ser perjudiciales para su defensa. Es lo que los forenses califican de «amnesia judicial». «No quería matarla, saqué el cuchillo para asustarla y que así volviera conmigo», alegó a la vez que negaba recordar cómo se colocó a horcajadas sobre su víctima, de 33 años y madre de dos niños, y le asestó más de una treintena de lesiones con un machete de doble filo en el rostro y el cuello.

El presunto autor de este crimen machista alegó durante su declaración ante un jurado popular que estaba «obsesionado» con su ex y que el día de los hechos la siguió desde la casa de su madre, en Valencia, hasta el domicilio de un amigo de ésta, en Benaguasil. Después de tocar dos veces al timbre y ocultarse, el acusado fue a buscar un machete a su casa, en la Pobla de Vallbona, que cogió de un armario ropero de la habitación, según declaró durante la fase de instrucción. No obstante, ayer José María M. M. modificó su relato y asegura ahora que portaba el arma homicida en el coche.

Lo que sí reconoció ante el jurado es que llevaba el cuchillo escondido en la chaqueta para que su víctima no lo viera. Así, cruzó su vehículo para que no pudiera huir y la atacó a traición. Tanto el propio acusado como los investigadores que se encargaron de revisar los mensajes de Whatsapp con los que acosaba a su víctima confirmaron que en ningún momento él la había amenazado de muerte ni agredido antes, hecho que acredita que Raquel no se lo esperaba y se trató de un ataque sorpresivo.

La fiscal solicita quince años de prisión tras calificar los hechos como constitutivos de un delito de homicidio al no contemplar la circunstancia de alevosía. Mientras que la acusación particular, ejercida por el letrado Miguel Martorell, pide 24 años de prisión para el acusado por un delito de asesinato ya que aprecia las circunstancias de alevosía y ensañamiento. Por su parte, la defensa del presunto asesino solicita su libre absolución al tratar de acreditar que tenía sus facultades mentales totalmente anuladas y que no era consciente de lo que hacía.

La víctima, Raquel Ten, tenía 33 años y era madre de dos niños. En septiembre de 2012 decidió poner punto y final a la relación sentimental que mantenía con el acusado, después de que éste le fuera infiel, según reconoció ayer el propio procesado en el juicio. A partir de aquí, éste comenzó a vigilar y acosar a su víctima y madre del hijo común de ambos. Acudía a la puerta de casa de su madre, esperaba a que saliera para seguirla, y le enviaba numerosos mensajes de Whatsapp. Incluso en una de las ocasiones en las que fue a ver a su hijo el acusado grabó un vídeo sin su permiso mientras su expareja se duchaba, como también confesó ayer

«No se trata de una obsesión, era un acosador»

Aunque la defensa del acusado pide la eximente completa por la supuesta fijación enfermiza que tenía su cliente con Raquel, los policías y guardias civiles que declararon en la primera vista del juicio oral remarcaron que éste era «un acosador» y que durante el tiempo en que decía estar obsesionado con su ex también intentó mantener relaciones con otras tres mujeres. De igual forma, explicaron que cuando se entregó en dependencias policiales estaba muy tranquilo y hablaba con coherencia.

Respecto al supuesto atenuante de confesión y haberse entregado voluntariamente, el propio acusado reconoció ante preguntas del letrado de la acusación que sabía que era cuestión de tiempo que lo detuvieran. Además, en su huida reventó una rueda del vehículo, lo que imposibilitó que escapara y que le obligó a pedir ayuda a varios amigos y a un familiar.