Un juzgado de lo Penal de Alicante ha condenado a tres meses de prisión por maltrato animal a un hombre acusado de rociar con sosa caustica al loro de su vecina porque le molestaba, según la sentencia a la que ha tenido acceso Levante-EMV. El ave, un Yako de cola roja llamado Curro, resultó con graves secuelas después del ataque, que le causó sordera, la pérdida de la visión de un ojo, así como problemas de estrés y de agresividad. Aunque el acusado negaba ser el autor de los hechos, la juez concluye que éste fue el culpable y que la trayectoria desde la que el ave recibió el producto corrosivo apunta a que el ataque se produjo desde su casa.

El imputado admitió que roció con un pulverizador al ave pero alegaba que sólo contenía agua. La juez le impone tres meses de cárcel, aunque el fiscal y la acusación particular pedían siete. La magistrada argumenta que no hay circunstancia que permitan imponer una condena que no sea la pena mínima. Asimismo el fallo le inhabilita para el ejercicio de profesión, oficio o comercio que tenga relación con los animales durante un año. La resolución no es firme y contra ella cabe recurso ante la Audiencia.

Los hechos ocurrieron el 13 de agosto de 2011 en pleno centro de Alicante, donde las viviendas estaban conectadas a través de un patio interior. Curro estaba en su jaula junto a la ventana y el propio acusado reconoció durante el juicio que estaba molesto con el ruido que hacía y que alguna vez le había mojado con un vaporizador para que se callara. La dueña del loro no vio la agresión directamente, sólo le escuchó gritar y, cuando fue a ver qué le ocurría, observó que la jaula se volvía blanquecina. El procesado alegaba que no era el único vecino al que le molestaban los ruidos del ave porque al mismo patio daban hasta veinte ventanas y el ataque pudo venir de cualquiera.