El empresario mexicano Juan Manuel Muñoz Luévano, más conocido como «el Mono Muñoz», lideraba en España una organización de narcotraficantes que introducía cocaína desde Sudamérica a través del Puerto de Valencia. El presunto narco, detenido el pasado mes de marzo en Madrid, ejercía también de «supervisor» en Europa de las operaciones de varios cárteles con los que colaboraba, según el informe policial del caso al que se ha tenido acceso ahora después de que el juez haya levantado el secreto de sumario. Dicho informe sitúa al acusado, preso en España desde marzo, como «cabeza» de una organización que traficaba con la droga desde Sudamérica y extendía a Holanda su zona de influencia.

Muñoz Luévano, al que las autoridades norteamericanas -que han pedido su extradición- tildan como un «gran narcotraficante», trataba de pasar desapercibido en España llevando una vida lejos de los lujos en una vivienda de alquiler junto a su familia en la zona madrileña de Las Tablas, pero su alto tren de vida delató su verdadero poder adquisitivo.

Conseguía ese dinero, según la UDEF, de las actividades ilícitas que tenía en España y también en México, donde regenta treinta gasolineras en las que blanquea dinero y además colaboraba con los cárteles de Los Zetas, Sinaloa, del Golfo y Beltrán Leyva.

Así, encabezaba en España una organización cuyos miembros se comunicaban mediante teléfonos encriptados, aunque en ningún momento, destaca la UDEF en su extenso informe, tocaba la droga, salvo para consumo propio. De hecho, se quedaba al margen de esas tareas, que se las encomendaba a varias personas de las escalas inferiores de la organización, y se limitaba a planificar y supervisar las operaciones de entrada de la cocaína a través del puerto valenciano.

El Mono Muñoz, que está en prisión preventiva por orden de la Audiencia Nacional, viajó a Málaga por asuntos de drogas, llegó a estar en contacto con un hombre en Marruecos relacionado con el narcotráfico, y en varias ocasiones voló a Holanda, donde colaboraba con José Antonio Guzmán Retes, alías Gallo, investigado en ese país por narcotráfico.

Ordenó matar a una mujer

Otra de sus actividades en España era mover a Sudamérica dinero proveniente del tráfico de drogas, según las conversaciones intervenidas en la causa que se lleva contra él. En una de ellas, una mujer le informa de que han detenido en Venezuela a dos pilotos que trabajaban como transportistas para la organización y le traslada su temor de que les preguntaran «quién les pagaba» o que dijeran que se trataba de «lavado». Además, en uno de estos pinchazos telefónicos el acusado ordenaba a su interlocutor, que le llamaba desde México, que acabara con la vida de una mujer de la Fiscalía mexicana.

En España el empresario invirtió cerca de un millón de euros de procedencia desconocida en dos negocios de hostelería y creó cinco sociedades, que no tienen actividad ni trabajadores, en las que él no figuraba como administrador, sino que se valía de testaferros.