El Puerto de Valencia vuelve a estar en los mapas de los grandes señores de la cocaína producida y exportada desde Suramérica. Apenas tres semanas después de que la Policía Nacional se incautase de más de media tonelada de cocaína en una empresa de Murcia a la que fue transportada la droga tras haber sido desembarcada en los muelles valencianos, Aduanas y la Guardia Civil han intervenido otros 520 kilos de la misma sustancia.

Más de una tonelada en 21 días, a la que se suman los 313 kilos de cocaína confiscados hace una semana por la Policía Nacional a una banda chechena liderada por un exmilitar y que, casi con toda seguridad, también llegaron por vía marítima a Valencia, desde donde iba a ser distribuida por Europa.

El verano «caliente» había venido precedido de un final de invierno y una primavera especialmente «secos», en los que ni las unidades de investigación de la Policía Nacional y de la Guardia Civil, ni las unidades de análisis de riesgo de Aduanas y la Guardia Civil, integradas en la UAR, habían logrado interceptar apenas ningún cargamento.

De hecho, la inusual «sequía» en un puerto que lleva años siendo la principal puerta de entrada para toda Europa de la cocaína producida en Suramérica llegó a obligar a revisar algunos de los sistemas de detección, y de investigación, ante la posibilidad de que los narcos hubiesen modificado sus costumbres como consecuencia del incesante número de cargamentos intervenidos por las fuerzas policiales y aduaneras en la última década.

Esos cambios tampoco llevaron a intervenir más droga. Hasta la llegada del verano y los grandes cargamentos, que han acabado por refrendar que el puerto valenciano continúa siendo la vía más apetecible para los narcos colombianos, dueños y señores del mercado del «polvo blanco».

En un cargamento de madera

El último alijo intervenido, de 520 kilos, fue entregado ayer en Sanidad tras haber sido interceptado el pasado sábado durante una revisión rutinaria en busca de ganchos perdidos, la modalidad más utilizada por los narcos y que consiste en colar la droga en un contenedor importado legalmente por una empresa totalmente ajena al envío de la cocaína.

En esta ocasión, la víctima ha sido una empresa valenciana del sector de la madera que había importado varios contenedores de madera a otra firma de Brasil también ajena al narcotráfico. Como ya viene siendo habitual en los últimos años, los narcos aprovechan el fuerte flujo comercial de empresas en buena situación económica para introducir su cargamento, tanto en los puertos de origen como en alguno en el que haga escala, y luego la recuperan en el de destino, en este caso el de Valencia, antes de que la mercancía legal siga su trayecto hasta la sede del importador.