«Urgente: Señoras adineradas pagan. Buena remuneración. Discreción». Así se anunciaba en los periódicos, junto a cuatro números de teléfono, la mujer acusada de estafar presuntamente hasta 148.000 euros a un valenciano de unos 65 años interesado en estos encuentros sexuales remunerados con supuestas mujeres con alto poder adquisitivo. El aspirante a gigoló ha muerto antes de celebrarse el juicio por estos hechos y sin que ninguna de las supuestas citas concertadas por la presunta estafadora, que hacía de intermediaria, llegara a concretarse en un encuentro real.
La Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Valencia ha juzgado esta semana a la administradora de esta agencia de contactos, con domicilio social en Barcelona, acusada de un delito de estafa, después de lograr «mediante engaños» que su víctima le realizara hasta trece ingresos en su cuenta bancaria por un importe total que asciende a 148.220 euros. El Ministerio Fiscal solicita para ella una pena de cinco años de prisión y que indemnice a los herederos del ya fallecido con las cantidades defraudadas.
La procesada, que tiene antecedentes por hechos similares en otros puntos de la geografía española, reconoció en el juicio haber puesto un anuncio en prensa de su agencia de contactos, pero negó que fuera precisamente el que prometía remuneración a cambio de citas con mujeres adineradas. Respecto a los numerosos pagos que le realizó el supuesto estafado, ésta alegó que en ningún momento le pidió dinero y que él se lo dio por propia voluntad.
No obstante, el fiscal considera que la acusada, en connivencia con otras personas que no han podido ser identificadas, y «con evidente ánimo de lucro», mediante anuncios en prensa «ofrecía a caballeros grandes remuneraciones de dinero a cambio de compañía a señoras adineradas». Así, en febrero de 2009 el supuesto estafado contactó con uno de los teléfonos que figuraba en dicho anuncio y le explicaron que antes de entablar las citas se requería una suscripción de 220 euros.
Después de abonar este primer pago se le fijó una cita con una mujer en la localidad de Burjassot, aunque para garantizar que acudiría debía pagar una señal de 1.500 euros en la misma cuenta bancaria. Nadie se presentó a la cita e incluso le hicieron creer que había sido culpa de él, por lo que no le devolvían el dinero, sino que debía abonar una cantidad mayor para recuperar las ganancias, explica el fiscal en su escrito de conclusiones.
Tras varios encuentros más frustrados en el último momento y nuevas excusas de todo tipo, el aspirante a gigoló siguió efectuando diversos pagos a la cuenta de la acusada. «El perjudicado siguió creyendo estas explicaciones en distintas ocasiones más guiado básicamente por la intención de recuperar todo lo que iba ingresando», argumenta el fiscal.
«Me he enamorado de su voz»
Siguiendo este plan preconcebido, la agencia contactó nuevamente con el estafado en los meses de verano diciéndole que una de las mujeres se había enamorado de él al escuchar su voz y que quería concertar una cita. En esta ocasión, para dotarlo de mayor credibilidad, fue la propia estafadora la que le telefoneó haciéndose pasar por una clienta de origen francés fingiendo su acento. Utilizando esta nueva identidad organizó una cita en un hotel de Bétera, eso sí previo pago de 4.000 euros más.
Después de esperar toda la tarde a que llegara su partenaire francesa, ésta le llamó para decirle que no podía acudir por negocios y que debían pagar ambos 10.000 euros de multa a la agencia. Incomprensiblemente el hombre siguió pagando cantidades de hasta 30.000 euros sin fructificar nunca las citas, hasta que se lo contó a su familia y éstos le convencieron para que denunciara la estafa.