Un vídeo que empezó a correr ayer por las redes sociales ha sacado a la luz la agresión racista que sufrió un joven valenciano, Tomás Gil, de 27 años, el pasado mes de mayo en la ciudad de Bournemouth, en Inglaterra. Según narraba él mismo al suplemento digital Verne del diario El País, su agresor le golpeó porque se expresaba en español.

En las imágenes se puede ver al valenciano hablando con una chica, que según dice era su acompañante. Cuenta que eran las cinco de la mañana y acababan de salir de un pub, donde había estado con un grupo de amigos. El atacante, un hombre de 37 años, se acercó a la pareja y le gritó «fucking spanish, speak english» (puto español, habla inglés). Cuando parecía que todo se quedaba ahí, tal como se aprecia en el vídeo, el agresor agarró una tabla que arrancó de lo que parece ser una puerta o ventana y se dirigió directo al chico valenciano al que le propinó un golpe con todas sus fuerzas y en plena cara que le acabó tumbando en el suelo. Por su parte, la chica se encaró al agresor y este intentó huir.

Un grupo de personas que presenciaron la escena le siguieron y consiguieron retenerle, junto a miembros del equipo de seguridad, hasta que llegaron las autoridades.

Como consecuencia del golpe tuvo la cara hinchada durante una semana, sobre todo en la zona de la mandíbula. La policía le trasladó a un centro sanitario donde se comprobó que no tenía ningún hueso roto.

El vídeo ha visto la luz ahora porque varios medios ingleses han publicado la resolución judicial que le condena a trabajos sociales, a pagar una compensación de 900 euros a la víctima y a 12 meses de cárcel, aunque no entrará en prisión.

Narra que, tras conocerse la sentencia, de la que él no tiene notificación oficial porque ya ha regresado a España, y pese a que avisó que cambiaba de domicilio y de teléfono, su agresor se puso en contacto con él a través de Facebook para pedirle perdón y aseguraba sentirse avergonzado por lo que había hecho.

Es más, la prensa británica cuenta que incluso se desmayó cuando conoció la condena impuesta por el juez.

Los medios ingleses señalan también que Daniel Way, que es como se llama el hombre que golpeó al joven valenciano, desconocía que una medicación que tomaba desde hacía poco para tratarse un Transtorno del Déficit de Atención no podía mezclarse con alcohol y que a esto se le sumaron problemas personales por una rotura sentimental.

Tomás Gil estuvo viviendo en Inglaterra durante cuatro años en los que, dice, trabajó de ayudante de cocina, comercial, en una fábrica o de camarero, entre otros, y pese a que nunca hasta entonces había sufrido ningún episodio de racismo, asegura que sí notó «cierta superioridad» en el trato que recibía por parte de otras personas por el hecho de ser extranjero.

Tras aquel suceso regresó a España pero cuenta que no fue una decisión fruto de aquel capítulo, sino que ya lo tenía decidido anteriormente.