La mañana del 6 de diciembre de 2014 Carlos González Colomer, un militar de 33 años destinado en Paterna y natural de Canals, salió a correr por el barrio de Campanar. Por desgracia, ese día su práctica deportiva acabaría en tragedia. Un joven que circulaba ebrio y bajo los efectos de las drogas, al volante de un BMW 420, lo arrolló mortalmente a su paso por la calle La Safor de Valencia. El conductor que causó el accidente se enfrenta ahora a una pena de cuatro años de cárcel por un delito de homicidio por imprudencia grave en concurso con el delito de conducción bajo la influencia de estupefacientes y bebidas alcohólicas, según la petición de la Fiscalía.

El juicio por este atropello mortal comenzó ayer en el Juzgado de lo Penal número nueve de Valencia. El acusado, quien ahora tiene 27 años, negó haber bebido alcohol horas antes del accidente, así como haber consumido drogas esa noche. «Solo bebí dos cervezas antes de ir a la discoteca, allí no tomé nada y en el chalé tampoco, no me gusta el alcohol», manifestó Alexandre P. E. Respecto a los motivos por los que en el análisis de la muestra de saliva se le detectaron concentraciones de cocaína, el presunto homicida argumentó que le habían invitado a una raya de coca en una comida de empresa el día anterior.

«Estaba en perfectas condiciones para conducir, tampoco estaba cansado», esgrimió el acusado ante las preguntas de la fiscal. Ante las de la acusación particular prefirió acogerse a su derecho a no declarar. Según su versión sobre lo ocurrido, y que también defendió un amigo que viajaba con éste en el asiento del copiloto, ambos habían estado de fiesta con unas amigas en la discoteca Mya y después en un chalé de la Malva-rosa. «Todos tomaron alcohol pero yo no», insistió el acusado.

Ya de madrugada se marcharon al recibir la llamada de una amiga que había discutido con su pareja y cuando se produjo el atropello se dirigían a su domicilio «para consolarla». «Iba a la velocidad permitida, conozco bien la zona, hay radares y iba a 50 kilómetros por hora», alegó el acusado.

No obstante, los agentes del grupo de Atestados de la Policía Local de Valencia que realizaron el informe del atropello aseguraron ante el juez que el conductor circulaba a una velocidad excesiva, entre 83,3 y 87,5 kilómetros por hora. Además dio positivo en alcohol con una tasa de 0,31 mg/l y se le detectó una concentración de cocaína superior a 40,00 ng/ml.

La defensa del acusado, ejercida por el letrado Juan Carlos Navarro, esgrimió como argumento que la víctima no cruzaba por el paso de peatones y que su cliente no tuvo tiempo de reacción para esquivarlo. «No lo vi, no me dio tiempo a reaccionar, por eso no hay frenada», alegó el conductor.

Por contra, el Ministerio Fiscal y la acusación particular sostienen que el conductor tenía disminuidas sus facultades psicofísicas para conducir, debido al consumo de alcohol y drogas, y por ello «no se percató de la presencia del peatón, como así lo habría hecho en condiciones normales».