Sara Majarenas Ibarreta, la presa de ETA cuya hija de 22 meses fue apuñalada por el padre de la menor en el piso de Benifaió donde residía el presunto agresor, ha ganado la batalla legal que le permitirá estar día y noche con la niñas mientras permanezca en el hospital La Fe. Majarenas llevaba peleando por el permiso extraordinario desde el día siguiente al apuñalamiento y ahora, por fin, ha logrado que el juez de Vigilancia Penitenciaria haya accedido a concederle la gracia, tras examinar los informes de los pediatras que atienden a la menor.

Según las fuentes consultadas por Levante-EMV, los médicos aconsejaban la presencia constante de la madre -la niña se ha criado con ella en prisión y no se habían separado jamás, salvo para dejarla salir con el padre algunos fines de semana- al lado de la pequeña para favorecer una mejor y más rápida recuperación de la pequeña, tanto de las lesiones físicas como de las psicológicas.

La niña estuvo a punto de morir después de que su padre le clavara un cuchillo de cocina en la espalda y en un costado, cuando estaba con ella en el sofá de casa, supuestamente en un intento por vengarse de Sara, la madre, después de que esta le hubiese anunciado en un vis a vis su intención de romper la relación.

Además, tal como adelantó este diario, le dijo que, en cuanto la niña cumpliese los tres años -algo que sucederá en marzo- y tuviese que abandonar el módulo especial para reclusas con hijos, se iría a San Sebastián a vivir con su abuela materna. El protocolo para internas con hijos establece que únicamente pueden vivir dentro de la prisión, en esos módulos especiales, entre los 0 y los 3 años de vida.

El día en que intentó asesinar a su hija iba a ser el último que pasase con el presunto agresor, ya que sólo le dejaban llevarse a la pequeña los fines de semana si antes lo autorizaba la madre. En este caso, Sara había permitido las salidas hasta ese momento tras llegar a un acuerdo verbal con el padre, acuerdo que se iba a deshacer.

Permisos cada dos días

Desde que se produjo el intento de asesinato, el pasado 15 de enero, la menor ha permanecido hospitalizada en La Fe. La gravedad de las lesiones -una de las cuchilladas le perforó un pulmón- obligó a mantener a la niña las primeras semanas en la UCI pediátrica, que abandonó, por fin, hace apenas 14 días, el pasado 26 de enero, para pasar a una habitación, que ahora tendrá que estar custodiada las 24 horas por agentes de la Policía Nacional, tal como establece el juez en su escrito, quien agrega que el hospital deberá adecuar esa habitación a la presencia constante de la madre.

Nada más ocurrir la agresión, Majarenas solicitó permisos de excarcelación para ver a su hija. El juez, en aras del interés de la menor y para «evitar una mayor victimización de la madre, que se ha visto golpeada por la agresión a su hija», le concedió poder salir cada dos días. Una patrulla de la Guardia Civil la llevaba a La Fe, la entregaba a la Policía Nacional y, al cabo de una hora, recorría el camino inverso para regresar a la prisión.

En estas semanas, la etarra, que fue detenida junto con su entonces novio y compañero de comando en Valencia en febrero de 2005 y condenada a 13 años y 10 meses de cárcel dos años más tarde, había solicitado la suspensión de la condena en atención a lo ocurrido y a que le queda menor de un año para cumplir íntegramente su sentencia, pero la Audiencia Nacional lo rechazó y ahora ha sido el juez de Vigilancia Penitenciaria quien le ha dado el permiso extraordinario.