Los dos hombres detenidos el martes pasado como presuntos autores de los crímenes machistas de València y Gandia ingresaron ayer tarde en la cárcel de Picassent, casi a la misma hora, tras ser enviados a prisión por orden judicial. Las coincidencias entre ambos casos han llegado incluso al número de los juzgados de Violencia sobre la Mujer que recibió a cada detenido: el 4; eso sí, en un caso fue el de València y en el otro, el de Sueca.

El primero en llegar al juzgado fue José Luis G. G., de 55 años, el arrestado por empujar a su expareja y arrojarla por el hueco de la escalera de su finca, en el número 9 de la calle Tres Cruces de València. El acusado, con antecedentes por violencia machista -tenía una orden de alejamiento en vigor de una pareja anterior y fue detenido en 2015 y 2016 por agredir y amenazar a dos mujeres distintas, tal como adelantó ayer en exclusiva Levante-EMV, volvió a negarse a declarar ante el juez, como ya había hecho ante la Policía Nacional. es más, en las declaraciones prestadas antes de su detención formal, se limitó a admitir que había habido una fuerte discusión entre él y su expareja, Gloria Amparo Vásquez Bedoya, de 48 años, y negó haberle causado la muerte tras presuntamente golpearla y tirarla al vacío cuando ella escapaba de él escaleras arriba.

Fuentes del Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana (TSJCV) aclararon ayer que el asunto, tramitado inicialmente por un juzgado ordinario, ha ido a parar finalmente a una juez especializada en violencia machista tras constatar que «mantenían un vínculo afectivo más allá de la mera amistad». La relación duró tres meses consecutivos en 2016 y había finalizado hacía más de medio año.

Otros encuentros en Gandia

Por lo que respecta a José Luis G. S., de 40 años, ya había mantenido encuentros anteriores en Gandia con su víctima, Dolores Correa Pérez, guardia civil retirada. Ocurrió el verano pasado y ambos fueron sorprendidos en el mismo hotel. En aquél momento, José Luis tenía en vigor dos órdenes de alejamiento de ella, una de diciembre de 2015 y otra de enero de 2016. Pero tampoco saltó la alarma de la pulsera de control que él llevaba por orden judicial porque, como ha sucedido esta vez, Dolores dejó su dispositivo en casa. Si el acercamiento se produce sin que ella lleve su parte del dispositivo, nadie se percata de lo que está sucediendo.

En esa ocasión, él acabó detenido por el quebrantamiento porque la policía supo que se habían registrado juntos ne el hotel. Por esa razón, él había alquilado el ático donde la acabó matando, para que nadie supiera que estaba incumpliendo el alejamiento.

El presunto homicida, acusado de golpear y asfixiar a Dolores hasta la muerte, ingresó ayer tarde en la cárcel de Picassent por orden del mismo juez de Sueca que había impuesto las dos órdenes de protección a la víctima. Además del homicidio, se le imputa el quebrantamiento de esas órdenes y la sustracción del coche de Dolores, con el que escapó de Gandia a Móstoles.