Ataviado con ropa militar de marca y con una de sus habituales gorras, además de gafas de vista de pasta, ya que asegura que debido a su enfermedad se está quedando ciego de un ojo. Así se presentó a primera hora de la mañana de ayer en la oficina de firmas del juzgado de guardia de València Paco Sanz, el valenciano de los 2.000 tumores acusado de estafar unos 250.000 euros a través de donaciones para el tratamiento de su supuesta enfermedad terminal.

El valenciano de 46 años, al que se le imputan los delitos de estafa, blanqueo de capitales y apropiación indebida, prefirió no hacer declaraciones por el momento y mantuvo la callada por respuesta. «Hablaré cuando tenga que hablar, ante el juez», manifestó Sanz a Levante-EMV mientras esperaba su turno para cumplir con la obligación de comparecencia apud acta, cada quince días, que le impuso el Juzgado de Instrucción 53 de Madrid tras su puesta en libertad el pasado 21 de marzo.

Inicialmente un juzgado de Llíria acordó su ingreso en prisión provisional tras su detención en la Pobla de Vallbona al hallar indicios de que las ayudas obtenidas no habían sido destinadas a los fines médicos para los que supuestamente solicitaba las donaciones y al apreciar riesgo de fuga. No obstante, la jueza de Madrid encargada del caso entendió que había medidas menos gravosas para el acusado y optó por retirarle el pasaporte y dejarlo en libertad. Desde entonces Paco Sanz guarda silencio pese a la difusión de numerosos vídeos en los que aparece burlándose de sus donantes.