Una de las últimas personas que vio con vida, en las Navidades de 2010, a la víctima de este parricidio oculto durante seis largos años defiende que Mari Carmen Muñoz era una mujer trabajadora y luchadora que se sacrificó por sus hijos y que vio como después de separarse de su marido éstos le dieron la espalda, con la única excepción de Joan Carles, quien posteriormente acabaría con su vida por causas que no logra todavía entender. «Adoraba a su madre, es muy duro».

Mari Carmen trabajaba como auxiliar en una clínica y en una tintorería de València. «Estaba a punto de acabar la carrera de Enfermería porque quería superarse para sacar la casa adelante y así se lo pagan», se lamentaba esta amiga de la fallecida. La mujer confiesa que creía que Mari Carmen se había marchado al extranjero con su hijo aprovechando una beca que éste tenía. Joan Carles, que se ganaba la vida como intérprete, tenía estudios de alemán, inglés y francés. «Era un niño bueno y estudioso, y eso de que su madre le metió el odio dentro es mentira», criticó esta allegada de la víctima. «Su exmarido y la familia de él le hicieron la vida imposible, la han matado entre todos», argumentaba sin querer tratar de justificar en ningún momento al autor material del crimen, su propio hijo.