La vida de Joan Carles L. M., el valenciano de 30 años que ha confesado el crimen de su madre seis años después de su desaparición, está plagada de episodios violentos hacia los miembros de su propia familia. Además del doble intento de asesinato en el que sus tías paternas fueron sus víctimas, por el que cumple una condena de 23 años de cárcel, fuentes del entorno familiar recuerdan otra agresión grave a su hermana cuando éste tenía veinte años. El joven cogió del cuello a su hermana mayor y trató de estrangularla, hecho que posiblemente habría logrado de no intervenir el menor de los hermanos, según relataron estas mismas fuentes.

En aquella ocasión el ahora arrestado por el asesinato de su madre, hecho que adelantó en exclusiva Levante-EMV, no fue detenido ni imputado, ya que no se llegó a interponer denuncia alguna. «Ella quería denunciarlo pero al final le convencimos para que no lo hiciera», recuerdan las tías del presunto parricida, quienes reconocen que después de todo lo ocurrido se arrepienten de no haberlo denunciado en su día. El motivo de la agresión fueron unas simples fotos que su hermana, cuatro años mayor que él, había ido a recoger al antiguo domicilio familiar, situado en la calle Alcalde Albors de València. «Él se negaba a dárselas y cuando llamó a su madre para preguntarle, colgó el teléfono y se fue directo a por ella, la cogió del cuello y le apretó. Menos mal que estaba su otro hermano, que lo sujetó, si no la estrangula», apuntaron.

Aunque sus familiares aseguran que durante su infancia Joan Carles era un niño cariñoso y algo tímido, incluso protector con su hermano pequeño, a raiz de la separación de sus padres en 2002 su carácter cambió. Las disputas familiares, unidas a sus problemas económicos, lo convirtieron en una bomba de relojería a punto de estallar.

Todos creían que la explosión de odio y violencia acumuladas se había producido en octubre de 2014 cuando acuchilló a sus dos tías paternas tras hacerse pasar por un repartidor a domicilio. Pero fue mucho antes, según él mismo ha reconocido ante la Policía Nacional, en 2011 -no recuerda la fecha exacta- acabó con la vida de su propia madre y ocultó su cadáver. Desde entonces hasta hoy la desaparición de Mari Carmen Muñoz era un misterio.

La denuncia de su desaparición

El joven hizo creer que su madre se había ido a Zaragoza y entre su familia paterna corrió el rumor de que había iniciado una nueva relación con otro hombre y que no quería saber nada de sus hijos. No fue hasta hace un par de años, después de la agresión a sus tías, cuando los hermanos de la mujer presentaron una denuncia por su desaparición al tener sospechas de que podía haberle ocurrido algo malo.

«Pensaban que estaba viviendo con su hijo pero después de que no acudiera al entierro de un familiar y que Joan Carles asegurara que hace años que ya no vivía con él, acudieron a la comisaría para denunciar que había desaparecido», explicaron allegados de la fallecida.