Mari Carmen Muñoz Moreno, la mujer de 48 años supuestamente muerta a manos de su hijo, Joan Carles L. M. durante una discusión en la vivienda familiar en València, tal como ha venido adelantando en exclusiva Levante-EMV, fue vista por última vez el 16 de abril de 2011, hace exactamente seis años. Aquél día quedó con su hermana Manoli, como hacían media docena de veces al año, para tomar algo, comer y contarse sus vidas. A partir de ese momento, no volvió a dar señales de vida. Su teléfono dejó de sonar a las semanas. Su hijo Joan Carles, entonces de 25 años y el único que aún permanecía a su lado -los otros dos se habían ido con su padre y exmarido de Mari Carmen-, hizo creer a la familia, tanto la paterna como la materna, que la mujer se había ido a Zaragoza en busca de trabajo. Incluso les envió mensajes en nombre de Mari Carmen desde un teléfono distinto al habitual de ella.

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Pasaron los meses y los años sin que nadie la buscase, atribuyendo su silencio a un acto voluntario. Pero en noviembre de 2014, la Policía Nacional detuvo a Joan Carles por intentar matar a sus dos tías paternas. Pese al eco que generó la noticia de su detención y a lo unida que estaba Mari Carmen con su hijo mediano, la mujer siguió sin aparecer a pesar del encarcelamiento de Joan Carles. La familia empezó a pensar que algo pasaba.

Así, dos meses después, el 31 de enero de 2015, el menor de los hijos, Rubén, acudió con sus tíos maternos al juzgado de guardia de València y denunció por primera vez su desaparición. Escrita a mano y con los datos precisos, Rubén ya anunciaba al juez -ese día estaba el 7 de guardia-: «Temo que le pueda pasar algo».

A pesar de esa advertencia, volvieron a pasar los días y las semanas, incluso los meses, pero nadie se puso en contacto con la familia. «Un día, mi otra hermana fue a la comisaría de Burjassot y volvió a denunciar la desaparición de Mari Carmen. Y ahí ya sí. A los pocos días, nos llamaron de Homicidios porque les pareció sospechosa la desaparición y empezó la investigación que ha terminado ahora», explica Luis Antonio, hermano de la asesinada. Era 23 de agosto de 2016, año y medio después de la primera denuncia

La explicación que ha recibido la familia es que «por lo visto desde los juzgados nunca pasaron esa primera denuncia a la Policía», de modo que jamás se investigó. Nunca supieron qué ocurrió ni a dónde fue a parar aquella petición de ayuda.

Finalmente, la investigación que generó la denuncia interpuesta por Manoli y Luis Antonio ante la policía puso al grupo de Homicidios inmediatamente sobre el rastro de Joan Carles, que para entonces llevaba ya nueve meses en prisión por intentar matar a sus tías.

Con la ayuda de los dos psicólogos de la Sección de Análisis de la Conducta de la Policía Nacional, los agentes de Homicidios acabaron acorralando a Joan Carles, quien confesó el jueves de la semana pasada la muerte y posterior descuartizamiento de su madre durante una discusión tras seis largos años de mentiras y silencios.

Tanto Luis Antonio como el resto de la familia están convencidos de que «debió matarla de un mal golpe, porque estaba muy unido a ella. Seguro que le pidió dinero y discutieron». Los agentes no tienen dudas: en las tres semanas posteriores al crimen, Joan Carles vació la cuenta de su madre, de donde se llevó 45.000 euros sin que nadie lo descubriera. Hasta que la llamada de socorro de Rubén y de sus tíos llegó por fin a manos de Homicidios.