La violencia de hijos a padres, llevada a su máximo extremo, la muerte, se está cebando este año en tierras valencianas. En lo que llevamos de año se han cometido en la provincia tres parricidios y un cuarto, ocurrido en 2011 y que permanecía oculto, ha sido resuelto ahora. En la mayoría de casos los patrones se repiten. Hijos con aparentes problemas mentales pero que no están diagnosticados o que no se toman la medicación y padres que no saben qué hacer con ellos.

Esta lista negra dio comienzo el pasado 27 de febrero cuando una mujer de 33 años fue detenida tras matar a cuchilladas a su padre, de 66 años, en Godella. Los servicios sociales del Ayuntamiento de Godella estaban al tanto de su estado tras varios episodios violentos en los que tuvo que intervenir la Policía Local y habían solicitado su tratamiento obligatorio. El Juzgado de Instrucción número seis de Paterna había recibido una solicitud para que esta persona fuera sometida a tratamiento obligatorio, la cual se encontraba en proceso de tramitación. La presunta parricida ingresó en prisión provisional.

El más reciente se produjo hace apenas una semana. El pasado 22 de junio un hombre de 35 años degolló a su padre, de 73 años en el barrio valenciano de San Marcelino. Según él mismo confesó, lo mató por insultar a su madre. La jueza de instrucción número 21 de València acordó su ingreso en prisión provisional. El parricida utilizó un «tanto» japonés y tras comprobar que no cortaba lo suficiente, cogió un machete de caza. En este caso el arrestado tampoco estaba diagnosticado de ninguna patología psiquiátrica y su madre insistía en que su hijo «no está loco».

Al doble parricidio de ayer en Paterna se suma también el esclarecimiento a finales del pasado mes de abril del crimen de un hombre que descuartizó a su madre seis años antes, en abril de 2011, en València. El parricida confesó en prisión, donde cumple una pena de 23 años de cárcel por intentar asesinar a sus tías, haber matado a su progenitora y haber descuartizado su cadáver con un serrucho. Este es el único caso en el que no hay ningún vestigio de trastorno psiquiátrico e incluso su propia familia lo considera un psicópata. Durante años hizo creer a todos que su madre se había ido de casa de forma voluntaria mientras sacaba dinero de sus cuentas.