«Nadie más que yo pensaba que haría lo que hizo. Estaba convencido de que algún día iba a hacer alguna barbaridad, no sabía qué sería, pero al final ocurrió». Lo dice Juan Peiró, el padre y marido de las dos mujeres que resultaron heridas graves el pasado miércoles en Tavernes de la Valldigna por los tiros que recibieron de Juan Manuel G. C., de 35 años y exmarido de la hija, que, tras intentar matarlas a ambas con una escopeta, acabó suicidándose de un tiro en el pecho.

El padre, con el que ayer pudo hablar Levante-EMV, está convencido de que se presentó en la vivienda con la intención de «matarnos a todos», incluso a su hijo de dos años. Según cuenta, se trató de «una acción premeditada por su parte, porque nos engañó».

El fallecido, explica Juan Peiró, «nos llamó diciendo que iban a venir sus padres a hablar con nosotros para aclarar cuestiones del niño (él tenía una orden de alejamiento de su exmujer) y nos pidió que estuviéramos todos abajo (la familia tiene una vivienda en la planta baja y otra en la primera del mismo bloque de la playa de Tavernes). En ese momento no pensamos que era nada raro, así que mi mujer y mi hija bajaron a esperarles». Él padre no, él se quedó arriba con el niño, que estaba durmiendo. «Yo le dije que no bajaba, que me quedaba con el pequeño porque, total, lo que iban a hablar lo podían aclarar ellas», narró.

Pero quien llegó a la vivienda no fueron los padres de Juan Manuel, sino él. Y lo hizo armado con una escopeta. El padre de la chica explica que, aunque no llegó a ver a su exyerno en ningún momento, «cuando escuché el primer tiro supe que era él. Todo el mundo pensó que era un petardo menos yo, que estaba convencido de que era él», indicaba ayer.

Rápidamente cerró la puerta con llave por dentro y se escondió en la vivienda. «Lo único en lo que pensaba era en proteger al niño», señalaba. Tal vez, la reacción normal habría sido la de abrir y asomarse a ver qué ocurría pero «yo cerré y me quedé dentro y eso fue lo que nos salvó porque nos quería matar a todos», insistía.

El hombre confirma la secuencia que ayer narró este periódico. El agresor entró en la vivienda alrededor de las 15.30 del miércoles y disparó primero a la madre, Rosa, dejándola gravemente herida. «Posteriormente salió de la casa y dijo: 'Ahora subiré y mataré a mi hijo'», según rememora Peiró. Detrás del agresor salió de la casa su hija, Alba, exmujer del atacante. Subió corriendo escaleras arriba gritando a su padre que protegiera al niño, que era entonces su preocupación.

En ese instante, Juan Manuel G. C. «disparó por la espalda» contra su expareja alcanzándola en el muslo. Ella quedó tirada, sangrando abundantemente en la escalera. «Él le dijo que iba matar al niño y esa era su intención, porque intentó subir, pero no pudo. Y aunque hubiera conseguido llegar arriba, al niño no lo habría tocado porque yo ya había cerrado la puerta y nunca habría podido entrar», señala el padre de Alba.

En ese momento, todos los vecinos empezaron a gritar hacia el interior del patio «y él se vio acorralado». Fue entonces cuando se disparó primero en la sien y falló parcialmente, ya que solo se provocó una herida no mortal. «Luego recargó la escopeta y se pegó un tiro en el corazón», que fue el que la causó la muerte, explica el padre y marido de las dos mujeres gravemente heridas.

Él se mantuvo en el interior de la vivienda hasta que la juez decretó el levantamiento del cadáver de su exyerno. De este asegura que «era una persona problemática» y que «yo ya le dije a mi hija que no se confiara, que podía hacer alguna barbaridad».

Vuelven a operar a la madre

Aunque su vida no corre peligro, las dos mujeres permanecen ingresadas en los hospitales Francesc de Borja de Gandia, la madre, y La Fe de València, la hija. Ambas están en la UCI. La primera fue operada ayer de nuevo tras una primera intervención de urgencia la misma noche del suceso. El padre espera que en los próximos días siga su evolución favorable.

Los ayuntamientos de Gandia y Tavernes condenaron ayer el acto de violencia machista.