Las poblaciones con menos de 100.000 habitantes son las que registraron un mayor porcentaje de víctimas mortales de violencia machista en 2015, lo que manifiesta la necesidad de extender la prevención, detección y asistencia por toda la geografía, con especial hincapié en las zonas rurales.

Esta es una de las principales conclusiones del informe del Observatorio Contra la Violencia Doméstica y de Género del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) sobre víctimas mortales en el año 2015, cuando 60 mujeres fueron presuntamente asesinadas por sus parejas o exparejas, lo que supuso un 11 % más que en 2014.

La edad media de las mujeres víctimas mortales de violencia machista descendió en 2015 hasta los 41 años y medio, casi seis menos que en el anterior, y en algo más del 70 % de los asesinatos la mujer tenía menos de 35 años.

Según el informe, sólo 13 de las 60 víctimas mortales habían presentado denuncia previa, un 22 % del total, mientras que en 2014 ese porcentaje era del 33 %.

El estudio destaca asimismo que cuatro de las mujeres asesinadas tenían vigente una orden de protección en el momento de su muerte y en uno de los casos se produjo quebrantamiento de la medida con el consentimiento de la víctima, con la que seguía compartiendo la vivienda.

El 70 % vivía con el maltratador

Con respecto al año anterior, la cifra de víctimas mortales que mantenía la convivencia o el vínculo afectivo con su presunto asesino se incrementó en dos puntos, alcanzando al 70 % de las mismas.

Así mismo, los expertos han subrayado el incremento de los menores fallecidos víctima de violencia de género, pues en 2015 la cifra ascendió a nueve (cinco continúan en investigación), mientras que en 2014 fueron cinco los menores asesinados.

La edad media de estos menores era 7 años y cuatro meses, y en cuatro de los casos el presunto agresor fue el padre y en el resto la pareja o expareja de la madre. En 2015 solamente se registró una denuncia previa en los casos de maltrato donde también estaba involucrado el menor, frente al 67 % del anterior.

Los hechos mayoritariamente denunciados «pueden parecer de cierta levedad (insultos, amenazas, empujones), pero son indicadores de que no es la violencia física extrema la que conduce a la muerte sino que en la mayoría de los casos es el clima de dominio y control el que provoca el desenlace», señalan los expertos del Observatorio.