Caso Abierto - Levante-EMV

Caso Abierto - Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Crimen

Una víctima sin tumba

Los restos óseos de Pilar Garrido, la valenciana asesinada en México, siguen sin ser enterrados a la espera de nuevas pruebas

Una víctima sin tumba

Una víctima sin tumba

Para ver este vídeo suscríbete a Levante-EMV o inicia sesión si ya eres suscriptor.

Una víctima sin tumba Ignacio Cabanes

Han pasado ya más de dos meses desde que fueron repatriados a España los restos mortales de la valenciana Pilar Garrido, presuntamente asesinada por su marido en México el pasado 2 de julio. Desde entonces su cuerpo permanece en una fría cámara del tanatorio de Alberic, bajo custodia, a la espera de que la Justicia española autorice una segunda necropsia solicitada por la familia de Pilar.

Estos se aferran a la más que remota posibilidad de que los huesos hallados el 26 de julio a unos diez kilómetros del lugar en el que su esposo asegura que fue secuestrada por tres jóvenes armados, en el estado mexicano de Tamaulipas, sean los de ella y piden ayuda para que la Audiencia Nacional reabra el caso, judicializado en México. El entierro de Pilar deberá esperar.

Mientras prosiguen en su lucha para tener esta segunda prueba de ADN que les permita por fin velar a su hija y hermana, se van conociendo nuevos datos sobre la investigación que llevó a la detención de Jorge F. G. como presunto autor de un delito de homicidio calificado.

El informe pericial en antropología forense permitió establecer como posible causa de la muerte la asfixia mecánica, concretamente por estrangulamiento, ya que tenía el hueso hioides fracturado. Además, se apreciaron traumatismos perimortem (ocasionados durante la muerte), como la fractura de la nariz y un golpe en el cráneo, provocado por un objeto contundente, romo sin bordes o filos (atribuible a una caída cuando todavía estaba viva).

La orden de detención del marido de la valenciana de 34 años se produjo, a instancias de la Procuradoría de Tamaulipas, justo al día siguiente de que la Audiencia Nacional acordara el pasado 28 de agosto el sobreseimiento provisional y archivo del caso en España.

El Juzgado Central de Instrucción número 6 de Madrid argumentó que «no se concitan elementos que atribuyan el hecho denunciado a la jurisdicción española, ya que el delito se ha cometido en el extranjero, no consta que el responsable del mismo sea español, ni que alguno de los responsables del hecho, aún siendo extranjeros, se encuentren en España o tengan en territorio español fijada su residencia habitual».

«Lo que pedimos es que realmente se realicen esas pruebas de ADN y de necropsia. Para nosotros es muy importante que España ratifique que esos restos son de ella, ya que no hay convenio internacional con México y desgraciadamente la policía española no ha podido colaborar en la investigación, de ser así nosotros tendríamos otra tranquilidad en el caso», explica Raquel Garrido, hermana de Pilar, sin querer ahondar más en esta desconfianza hacia la policía mexicana.

«Pedimos esas pruebas porque lo que se ha encontrado no es un cuerpo que podamos identificar, ya que son unos restos óseos y eso aún nos crea mayor desesperación», confiesa Raquel, a la vez que pide ayuda «al Gobierno y a todos los poderes judiciales» para poder realizar dicha identificación en España.

Las autoridades mexicanas determinaron el pasado 9 de agosto que los restos óseos hallados en la carretera entre Ciudad Victoria y Soto de la Marina, a la altura del kilómetro 55, en el lado sur de la carretera, en un camino rodeado de vegetación, pertenecían a Pilar Garrido. El perfil genético obtenido coincidía en un 99,99 % con las muestras tomadas a los padres e hijo de la desaparecida.

Aunque inicialmente el informe de autopsia no pudo establecer las causas de la muerte y únicamente fijaba la data aproximada de la misma entre 20 y 30 días antes del hallazgo, el informe pericial en antropología forense de los 87 huesos, un cráneo y una mandíbula establecía como posible causa de la muerte el estrangulamiento.

Entre los objetos hallados junto al cadáver se encontró el reloj de Pilar, una pulsera metálica, un fragmento de ropa interior de color verde, y otro de tela de color azul, así como trozos de cinta americana, lo que indicaría que la víctima pudo ser maniatada. En ninguna de dichas muestras se obtuvo perfil genético.

¿Secuestro o crimen machista?

La familia de Pilar Garrido cierra filas en torno a la inocencia de su marido. Jorge F., visiblemente afectado, según dejó constancia la jefa del departamento de Supervisión y Apoyo de la Dirección de Manejo de Crisis y Negociación, relató a la policía la misma noche de la desaparición de su esposa que tres jóvenes de entre 15 y 16 años les habían asaltado cuando iban en coche por la carretera entre Soto de la Marina y Ciudad Victoria, localidad en la que residía el matrimonio desde que se mudó a México hace cuatro años. «Vayan anotando todo no se me vaya a olvidar», les dijo para no obviar ningún detalle en los primeros momentos tras el presunto secuestro de su mujer.

El día anterior, sábado 1 de julio, el matrimonio y su hijo de un año se habían ido a pasar el fin de semana al municipio de La Pesca. Tras pasar el domingo en la playa, se marcharon de regreso a casa en torno a las 17.30 horas, según la hora fijada por la policía. La mujer del dueño del restaurante en el que comieron asegura que la pareja se marchó a las 18.00 horas y que no observó ni pelea, ni discusión alguna. Es más, estaban «habladores, atentos y educados», y atendiendo al niño en todo momento, apuntó esta testigo.

Así, en torno a las seis de la tarde, Jorge asegura que un vehículo color arena de la marca Volkswagen, con los cristales tintados y sin placas de circulación, se les acercó a gran velocidad, y que tras colocarse a la altura de su coche, el copiloto bajó la ventanilla y le apuntó con un fusil de asalto AK-47 (un Kalashnikov), según consta en la denuncia formal que presentó a la mañana siguiente en la unidad de secuestros de la policía.

Una vez detuvo el vehículo dos de los asaltantes se bajaron mientras un tercero se quedaba en el coche. En un primer momento le dijeron que se iban a llevar su «carro», pero Jorge les suplicó que no, que estaba su hijo dentro. «Nos vamos a llevar a la vieja a la verga ya, de volada», espetó uno de los supuestos secuestradores, según las palabras textuales que recordaba el marido de Pilar.

Cuando se acercó para tratar de evitar que se llevaran a su esposa uno de ellos le colocó el arma en el pecho y le amenazó con matarlo. Además, le dieron instrucciones para que apagara su teléfono móvil y no avisara a la policía. «Si lo prendes la matamos». Todo ello según la versión del ahora acusado del crimen, en prisión provisional desde el pasado 30 de agosto.

«No hay ninguna prueba contra él, lo que hay son indicios, los indicios no son fuertes. Se han basado en las horas, y sabemos que hay testimonios de personas que dicen que a las seis de la tarde aún estaban en la playa», afirma la hermana de Pilar.

«Creemos en la inocencia de Jorge, el caso de mi hermana es muy oscuro, hay muchísimas contradicciones, cosas que no nos cuadran. Solo pedimos Justicia, que se sepa la verdad, la verdad tiene un camino y por ello vamos a luchar tanto la familia de Jorge como nosotros aquí en España», remarca.

La Procuradoría de Tamaulipas sigue recabando pruebas ante la sospecha de que se trate de un crimen machista perfectamente planeado por el acusado, criminólogo de profesión. Así, el mismo día de su ingreso en prisión solicitó el posicionamiento de varios teléfonos, entre ellos dos del detenido y el de la víctima. Según ha podido saber Levante-EMV, a las 23.36 horas del día que desapareció Pilar su teléfono envió un mensaje a un número desconocido. A esa misma hora Jorge estaba declarando en la Coordinación Estatal Antisecuestro.

Asimismo, como ya adelantó en su día este periódico, el marido de la valenciana identificó a uno de los supuestos secuestradores, mediante las fotografías mostradas por la policía, como uno de los jóvenes fugados de un centro tutelar de menores el 19 de junio.

El sospechoso, al que Jorge identificó a un 60 % como el copiloto que le obligó a detener el vehículo y le apuntó con el arma en el pecho, era Juan Antonio Rodríguez Verdines, alias el Gufy, miembro del cartel del Noreste. Esta misma persona, a quien la policía mexicana había desechado como sospechoso, murió a tiros el pasado 6 de octubre en Ciudad Victoria. «No quiero que mi Gobierno se lave las manos conmigo», confesó el marido de Pilar a este periódico unos días antes de su detención.

Compartir el artículo

stats