Para la resolución con éxito de este secuestro, que mantuvo en vilo a los vecinos de Requena durante cuatro horas, fue clave la mediación del negociador de la Unidad Orgánica de la Comandancia de València. Este mediador experto en situaciones de este tipo, perteneciente al Grupo de Homicidios de la Guardia Civil, logró convencer al presunto maltratador para que dejara entrar al personal sanitario, con la excusa de asegurarse el buen estado de salud de su víctima. Esta treta sirvió para que uno de sus compañeros, el teniente de Requena, también con la experiencia de años en la unidad de intervención, entrara en el inmueble vestido de médico, y distrajera el tiempo justo al sospechoso para que otros cuatro agentes procedieran a su detención tras asegurar a la víctima.

Antes de ello se había producido una laboriosa negociación de más de media hora tratando de convencerle para que depusiera su actitud. No obstante, el secuestrador se negaba a entregarse al temer represalias por parte de la Guardia Civil. «No quiero bajar, que me van a hacer algo malo. Tengo miedo», insistía una y otra vez temiendo la intervención de los agentes de un momento a otro.

Pese al buen hacer de la Guardia Civil, este caso guarda un único pero. ¿Por qué no saltó la alarma cuando el maltratador se la quitó y la arrojó por la ventanilla del coche antes de llegar a Requena?