Un brote de varicela en el módulo del centro penitenciario donde se encuentra preso uno de los miembros de la banda de Pepito, el narco acusado de ejecutar a un traficante en Guadassuar en 2010, obligó a retrasar ayer el juicio hasta que finalice el plazo de cuarentena.

Los cinco procesados se enfrentan a penas que ascienden a más de 278 años de cárcel por asesinar de un disparo en la cabeza a Octavio O. M., por otros dos delitos de asesinato en grado de tentativa, así como uno más de homicidio - también intentado- y tenencia ilícita de armas. Por su parte, el capo de la organización y su lugarteniente Perkins serán juzgados en rebeldía al no haber sido puestos todavía a disposición de las autoridades españolas tras su detención en Marruecos.

Los hechos se remontan al 20 de abril de 2010 cuando José P. G., alias Pepito, uno de los traficantes valencianos más conocidos de la última década, concertó una cita vía telefónica con Octavio O. M., otro presunto narco vecino de l'Alcúdia, en la partida la Garrofera de Guadassuar. Según el escrito de la Fiscalía, la excusa de dicho encuentro era «resolver el problema existente entre ambos», por el préstamo de una vivienda en Benimodo.

A la cita, fijada al mediodía, acudieron por un lado Octavio, junto con su hermano y tres amigos más, y por el otro Pepito y seis de sus compinches. Cinco de ellos son los acusados que ayer se sentaron ante la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de València para rendir cuentas por su crimen -entre ellos el hermano de Pepito, alias el Gamba-. Estos iban provistos de armas de fuego como pistolas del calibre 9 mm, una escopeta yuxtapuesta del calibre 12 y un revólver Magnum.

«Con el claro propósito de acabar con la vida de Octavio», así como la de sus acompañantes, «sin mediar palabra y de manera imprevisible e inopinada, efectuaron varios disparos hacia los mismos», detalla el Ministerio Fiscal.

Rápidamente tanto el narco posteriormente asesinado como sus compañeros salieron huyendo, siendo perseguidos a tiros por la banda rival de traficantes. En el tiroteo uno de ellos fue alcanzado en el glúteo y otro en el muslo. Incluso uno de los propios acusados también resultó herido en el muslo derecho por fuego amigo «al cruzarse en el recorrido de las víctimas».

Le ordenaron que se arrodillara

Octavio quedó rezagado en su huida y fue alcanzado por sus perseguidores; dos de los acusados y los dos que se encuentran en rebeldía. Acorralado por los cuatro y después de que éstos le ordenaran que se arrodillara, le colocaron el cañón de la pistola en la cabeza y lo ejecutaron. La víctima murió en el acto por la «destrucción de los centros vitales encefálicos». Octavio, de 35 años, tenía dos hijos de apenas cuatro y siete años.

La sala tendrá que dirimir ahora la participación en el crimen de cada uno de los acusados, ya que el cabecilla y presunto autor material del disparo que acabó con la vida del narco es precisamente Pepito, quien se encuentra todavía reo en Marruecos. A cuatro de los procesados les pide penas de hasta 57 años y medio de prisión y al quinto otros 48 años y medio por el asesinato consumado, dos más en tentativa y la tenencia ilícita de armas.