Un hombre de 81 años, vecino de un municipio de la Ribera cuyo nombre omite este periódico para proteger el anonimato de la víctima, se enfrenta a diez años de prisión por un delito continuado de abuso sexual, con prevalimiento y con acceso carnal, sobre su nieta. Los citados abusos, que el acusado niega rotundamente, comenzaron cuando la menor apenas tenía seis años de edad y se consumaron en la supuesta primera agresión sexual cuando ésta cumplió doce y tuvo su primera menstruación. Según asegura la víctima, su abuelo la violó argumentando que «no podía perder la virginidad con cualquiera».

En abril de 2015, siendo ya mayor de edad con 21 años, la joven se atrevió por fin a denunciar a su abuelo paterno. La defensa del procesado atribuye la denuncia a intereses económicos ya que la chica le reclamaba dinero y su cliente ya no se mostraba tan atento con las demandas de su nieta. Además, respecto al tratamiento antidepresivo que padece la víctima desde entonces, la defensa lo achaca a que la joven había sido víctima de acoso escolar.

No lo entiende así el Ministerio Fiscal, que solicita diez años de cárcel y 100.000 euros de indemnización por los daños morales. De hecho, considera que el acusado le hacía regalos y le daba dinero en metálico «con ánimo libidinoso antes de realizar tales actos impúdicos». Así, le compró un móvil, un ordenador y una videoconsola. Hecho que admitió el propio acusado, pero quien explicó que se trataba de regalos propios de un abuelo a su nieta.

Respecto al dinero que supuestamente le entregaba a la menor, el octogenario argumentó que le dio mil euros, no para ella, sino para que su familia costeara los muebles en una mudanza, incluso para pagar la luz y el agua.

La joven, quien actualmente tiene 23 años, relató en el juicio celebrado ayer en la Sección Cuarta de la Audiencia Provincial de València que los primeros tocamientos por parte de su abuelo comenzaron cuando apenas tenía seis años. Éste le decía que era «su princesa» y que esas cosas eran normales en las revistas. Siendo ya adolescente se la llevaba a casas de campo apartadas donde consumaba las presuntas violaciones. Además, la esperaba a la salida del instituto y controlaba sus compañías.