«Reconozco que le pegué una vez un guantazo porque me dejó al niño solo. Estaba cagado y meado, lloraba mucho y yo no lo sabía atender». Así admitía el acusado durante el juicio celebrado en la Audiencia Provincial de València una de las muchas agresiones que se le imputan hacia su expareja, cometidas entre septiembre y octubre de 2016 en tres domicilios distintos de Carcaixent, Murcia y Monforte de Lemos (Lugo).

Respecto al resto de malos tratos e incluso a la violación, el joven, de veinte años, se limitó a negarlos alegando que se trata de un «ataque de celos» de la denunciante cuando éste le dijo que iba a regresar con su anterior novia, embarazada de un hijo suyo.

El Ministerio Fiscal solicita para el procesado penas que suman los 21 años de cárcel por agresión sexual, seis delitos de lesiones, amenazas, maltrato habitual e injurias. Entre los hechos que se le imputan está un episodio violento en el que le lanzó una botella de cerveza vacía a su compañera sentimental y, al romperse, los cristales alcanzaron al bebé de once meses que ésta portaba en brazos. Respecto a este hecho, que sí reconoció en la instrucción, el acusado manifestó en la vista oral no recordarlo.

La víctima relató una a una las agresiones e insultos que tuvo que padecer durante los dos meses que duró la relación, explicando que no le denunció antes por miedo a que le hiciera algo a su bebé. Así, a mediados de septiembre de 2016, cuando ambos convivían en casa de unos amigos en Monforte de Lemos, éste presuntamente la violó. «Me bajó el pantalón del pijama y me forzó a hacerlo por detrás. Yo no quería y cada vez que me lo intentaba quitar de encima él me pegaba», aseguró.

Las presuntas agresiones continuaron cuando la pareja se trasladó a vivir unos días en Murcia, al domicilio del padre del procesado. Allí le propinó puñetazos y bofetadas, amenazándola con matarla a ella y al niño si le denunciaba, según recoge el escrito de la Fiscalía. «No tenía razón ninguna para pegarme, yo hacía todo lo que él me decía, iba a comprarle droga y tabaco y se quedaba con mi dinero», explicó.

En el mes de octubre de ese mismo año, ya estando en la localidad de Carcaixent, y en la vivienda de la abuela de éste, donde residían con el padre del joven y su madrastra, las agresiones se tornaron más violentas si cabe. Concretamente el 3 de octubre «empezó a golpearme como un loco con una barra de hierro tras romper la sillita del bebé», recuerda la agredida, quien sufrió lesiones en las costillas. Días después, y tras golpearla con el palo de la escoba, la mujer, harta de sus situación, incluso le suplicó que la matara. «Estaba tan cansada de los golpes que le dije que porqué no me mataba de una vez».

«Ella me hizo la jugada»

El acusado por su parte insistió en negar todos los cargos, alegando que la propia víctima le amenazó con denunciarle si volvía con su expareja. «Me hizo la jugada. Dijo que si la dejaba me iba a hundir en la miseria, que me iba a meter preso, y es lo que al final ha hecho», argumentó el presunto maltratador. Respecto a los moretones de su novia, el joven solo alegó: «Le pregunté pero me contestó que no me metiera en su vida».

La agredida reconoció que unos días antes de interponer la denuncia su compañero le confesó que su ex estaba embarazada de él y que iba a volver con ella. «No soy celosa, me sentí aliviada cuando me lo dijo».