La noticia de la muerte de dos bebés de apenas diez meses en el devastador incendio que ayer devoró una casa de campo de Ontinyent fue acogida por los familiares de las víctimas entre la incredulidad y la desolación.

En cuanto el desgraciado suceso comenzó a circular por los medios y las redes sociales, incapaces de creerlo, algunos de ellos se acercaron al domicilio, rodeado de un fuerte cordón policial, mientras los bomberos todavía trabajaban en extinguir las llamas en una labor que se prolongó durante horas.

Una de las tías de las fallecidas se derrumbó en la calle y rompió en sollozos cuando la Policía les confirmó la noticia. Mientras los agentes trataban de consolarla, ofreció un testimonio desgarrador, al indicar que tenía pensado llevarse a casa a las hermanas gemelas para cuidar de ellas, como había hecho otras veces.

«No tenía la sillita en el coche: si la hubiera tenido me las hubiera llevado y ahora estarían vivas», explicó desconsolada la mujer en los exteriores de la casa, donde acudió acompañada por el tío de las criaturas, también abatido por los hechos. «No hay derecho. No puede ser verdad», repitió una y otra vez el hombre destrozado por lo ocurrido.

Muy arropadas

Las recién nacidas se encontraban muy arropadas por la familia -que hunde sus raíces en la Vall d´Albaida- y son múltiples las muestras de cariño y de amor que así lo demuestran. El padre de las dos niñas fallecidas está muy ligado al grupo local de baile y danza Ópera y, aunque ha trabajado en la construcción, había salido de la cárcel muy recientemente y se encontraba buscando trabajo, mientras se dedicaba a cuidar de sus hijas. Recientemente había concurrido a diversos procesos selectivos convocados por el Ayuntamiento de Ontinyent para puestos como subalterno o ayudante de enterrador. La madre, por su parte, procede de una familia de transportistas.

En la antigua vivienda incendiada había vivido con anterioridad el abuelo paterno. La construcción se halla en una zona del diseminado residencial de Ontinyent, alejada del núcleo urbano, que se asienta sobre los terrenos de la vieja Casa Rull, cuya repartición dio lugar a la construcción de diversos chalés.