Los cuatro testigos citados este martes en el marco del proceso penal abierto por la muerte violenta del niño de ocho años Gabriel Cruz, entre ellos el ex compañero sentimental de la autora confesa, Ana Julia Quezada, han ratificado ante el juez instructor lo manifestado a los agentes de la Guardia Civil durante los 13 días en los que se prolongó la búsqueda del pequeño en Las Hortichuelas, Níjar (Almería).

Al margen del exnovio de Quezada, con quien regentó un establecimiento hostelero ubicado en Las Negras después de que ambos decidiesen trasladarse desde la ciudad de Burgos en la que residían, han comparecido ante el magistrado Rafael Soriano un amigo de la pareja, una menor que es prima Gabriel Cruz y su madre.

Cabe recordar que la Guardia Civil señaló que Ana Julia Quezada, de 43 años y en prisión provisional, comunicada y sin fianza, colocó la camiseta que llevaba el niño cuando se perdió su rastro el 27 de febrero en "un barranco de difícil acceso" de una zona cerca de Las Negras el mismo día en que se envió a prisión el acosador de la madre del menor, Patricia Ramírez.

Los agentes sostienen que lo habría hecho, por un lado, para "dar esperanzas para continuar la búsqueda", aunque hacia el norte de Hortichuelas, en dirección opuesta a la finca de Rodalquilar y, además, para, "de forma indirecta, orientar las pesquisas" hacia las Negras, donde vive su ex compañero sentimental citado este martes como testigo y contra el que ya había hecho comentarios en anteriores ocasiones.

El resto de prendas, que pudieron ser recuperadas por los agentes de la Unidad Central Operativa (UCO), las tiró en unos contenedores de la barriada de Retamar, en la capital, ya que enterró el cuerpo sin vida del niño "semidesnudo".

En declaraciones a los periodistas a la salida de la Ciudad de la Justicia, el abogado que ejerce la acusación particular, Paco Torres, ha trasladado que, a la espera de que se levante el secreto de sumario y se le permita el acceso a las actuaciones, las testificales practicadas que forman parte de una tanda más amplia que tendrá continuidad el día 19, "no es que aporten mucho de nuevo".

Por su parte, la letrada Beatriz Gámez, quien ejerce la defensa por el turno de oficio de la autora confesa del crimen, ha asegurado a preguntas de los periodistas que los cuatro testigos "se han ratificado en sus manifestaciones" ante la Guardia Civil si bien ha declinado precisar detalles de su narración en sede judicial.

El juez acordó en el mismo auto en el que ordenaba la ronda de diez testificales, para este martes y el jueves día 19 y fechado el pasado día 3, prorrogar el secreto decretado sobre las actuaciones por un mes más al considerar que no han cambiado las circunstancias que dieron lugar a esta resolución.

Ampliación de la autopsia

La nueva tanda de declaraciones se ha ordenado una vez el juez tiene en su poder un informe ampliatorio de la autopsia del niño en el que se señala que la muerte violenta se produjo entre "una o dos horas después" de comer.

Recoge que las muestras del contenido estomacal remitido al Instituto Nacional de Toxicología revelan un fallecimiento en las primeras horas del presunto secuestro a manos de Ana Julia Quezada, quien lo llevó a la finca de Rodalquilar, situada a unos cinco kilómetros de la casa de la abuela paterna en Las Hortichuelas. El informe preliminar dató el deceso el mismo día de su desaparición y apuntó como causa de la muerte asfixia.

En su auto de ingreso en prisión, el magistrado sostiene que "resulta presuntamente incuestionable la participación" de Quezada en la muerte del menor y asegura que de su comportamiento "se infiere una malvada voluntad dirigida especialmente a asegurar la comisión del crimen".

Indica que, como parte de ese "macabro plan criminal", se intentó dotar de una coartada haciendo labores de pintura en la finca de Rodalquilar y que actuó supuestamente para tratar de "despistar a los agentes de la autoridad que practicaban la búsqueda" hasta encontrar el "momento" de poder "hacer desaparecer el cuerpo".

El juez destaca que enterró su cuerpo sin vida en un "hoyo que previamente había hecho con una pala" y luego quiso deshacerse del cadáver en un invernadero de acuerdo a las intervenciones telefónicas practicadas y cuyo contenido está en una pieza separada. "Las pruebas revelan, presuntamente, una falta de sentimientos y humanidad que ella misma ha calificado, que, de ser ciertas, serían de pura crueldad", concluye.