«La finca ofrece un entorno privilegiado para artistas, (escritores, pintores, artesanos) o personas que trabajen por internet o quieran descansar y gozar de tranquilidad y sosiego». Así anunciaba P. P. B., de 53 años, su alojamiento en Sot de Chera, en lo que él denominaba «proyecto gay friendly» o zona de «descanso rural alternativo». Dos de sus huéspedes, a los que acogió sin cobrarles alquiler alguno pero con la condición de que realizaran labores de mantenimiento de la finca, acabaron con su vida como «venganza» tres días después de que éste los expulsara de su casa rural harto de su vaguería, según sostiene el Ministerio Fiscal, que solicita ahora una pena de 25 años de prisión para cada uno de ellos por un delito de asesinato.

Alexandre F. G. B., de nacionalidad portuguesa, y Andre A. W., de origen brasileño, ambos detenidos en Portugal -país al que huyeron tras cometer su crimen- «idearon de común acuerdo acabar con su vida y planificaron volver a la finca para matarlo sin correr riesgos». Así, la noche del 1 de agosto de 2016 «siendo perfectamente conscientes de que estaba solo y que, dada la ubicación de la finca, no tenía posibilidad de ser auxiliado por nadie, y aprovechando la absoluta indefensión que en su víctima generaba esta situación», según remarca el fiscal en su escrito de conclusiones provisionales, le golpearon en la cabeza «de forma súbita y sorpresiva». Una vez «sin conocimiento y a su merced», entre ambos le ahogaron introduciéndole en la boca un trapo y colocándole cinta aislante. Finalmente lo estrangularon «apretándole el cuello hasta que dejó de respirar».

El cadáver de la víctima fue encontrado diez días después por unos menores que se colaron en la finca para «verificar» si se trataba de un «club de gays», como explicaron en su día a Levante-EMV. Los adolescentes hallaron el cuerpo flotando en la piscina, con una bolsa de plástico en la cabeza y atado de pies y manos. Posteriormente la Guardia Civil comprobó que sus homicidas lo habían arrojado al agua ya muerto y atado a una piedra de 30 kilos para que se hundiera en el fondo de la piscina.

La fiscalía entiende que todas estas acciones estaban pensadas para ocultar su crimen, o al menos para tener el tiempo suficiente para huir del país. Además los ahora acusados se llevaron numerosas pertenencias del fallecido, entre ellas una colección de tebeos antiguos, y huyeron precisamente en el coche que habitualmente usaba el fallecido.

La «travesura» de este grupo de menores que entró en el recinto vallado y localizó casualmente el cadáver permitió poner toda la maquinaria criminalística en marcha antes de lo esperado por los asesinos.

De esta forma, las pesquisas del grupo de Homicidios de la Guardia Civil permitieron identificar a dos sospechosos como presuntos autores del crimen de Sot de Chera. A finales de octubre de ese mismo año 2016 fueron arrestados en Portugal en virtud de la orden europea de detención. Los dos jóvenes detenidos, que se enfrentan a una pena de 25 años de prisión por un delito de asesinato, serán juzgados la próxima semana por un jurado popular.