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Malnutrición

Las dos caras del "hambre oculta"

Los más afectados por la malnutrición y la falta de micronutrientes esenciales son los niños que pueden tener problemas de crecimiento y de rendimiento escolar

Las dos caras del "hambre oculta"

­El apetito tiene razones que la nutrición no entiende. Esta copia modificada de la frase que acuñó el matemático, físico y filósofo francés Blaise Pascal (1623-1662) «El corazón tiene razones que la razón no entiende», describe un fenómeno que tiene en vilo a los nutricionistas y dietistas de todo el mundo y que indica que hoy en día se ingieren muchas calorías vacías que sacian aparentemente el apetito del organismo pero que dejan al cuerpo huérfano de nutrientes y condenado a sufrir lo que se ha descrito como «hambre oculta», una circunstancia que afecta tanto a los ciudadanos del Tercer Mundo que sufren la terrible plaga de la desnutrición por la carencia absoluta de alimentos y a los habitantes del Primer Mundo que saturados por una oferta excesiva de productos alimenticios eligen por falta de tiempo o por saciar inmediatamente el pinchazo del hambre aquellos que no son más que calorías vacuas que solo satisfacen el paladar pero que carecen de aporte nutricional.

El resultado de ambos extremos se traduce en millones de muertos por hambruna y en millones de obesos por la ingesta desmedida de la denominada «comida chatarra».

Mil especialistas acaban de abordar este tema que preocupa y mucho a la FAO y a la Unesco en el Congreso Mundial de Nutrición que acaba de celebrarse en Las Palmas.

«El hambre oculta es tomar una alimentación que no cubre tus necesidades diarias de vitaminas y minerales, lo que comes puede cubrir las calorías e incluso sobrepasarlas pero es una dieta de mala calidad», declaró a Levante-EMV el catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública y coordinador del encuentro internacional, Lluis Serra.

«Si nos dejamos ir y comemos cada vez más comida rápida, será peor» vaticina el experto que afirma que España se sitúa en un nivel intermedio en conciencia sobre alimentación, tanto en lo referente a salud pública como a impacto medioambiental.

Serra sostiene que «globalmente estamos empeorando», porque la crisis económica ha dejado a muchas personas en el camino y por debajo del umbral de la pobreza. «A una familia que se ha quedado sin piso y sin trabajo le falta capacidad para organizarse y hacer una alimentación adecuada para todos sus miembros por falta de elementos estructurales (una nevera o una cocina), económicos y estructurales», indica el especialista que apunta que una de las consecuencias de no alimentarse bien es rendir menos en la escuela, además de otras muchas enfermedades que pueden surgir.

La carencia de nutrientes esenciales puede retardar la cicatrización de las heridas, alterar la inmunidad, propiciar el deterioro cognitivo, la osteopenia y alterar el metabolismo, pero además la malnutrición provocada por las dietas inadecuadas y por un exceso de consumo calórico y por la deficiencia de micronutrientes (vitaminas y minerales) es un problema que va en aumento en las sociedades desarrolladas y está asociado a la obesidad y al sedentarismo y constituye un importante factor de riesgo en enfermedades crónicas como la hipertensión, coronarias,diabetes, accidentes cerebrovasculares, las enfermedades neoplásicas y degenerativas.

Muy calórico y poco nutritivo

Los alimentos más calóricos y con menos aportes nutritivos son, en opinión de Lluis Serra, «toda la galletería y bollería, los helados, dulces, los refrescos calóricos, los zumos que tienen más azúcar que fruta y las chucherías. Por el contrario, los que de verdad alimentan son las verduras, hortalizas, el pescado, cereales, legumbres, patatas frescas, frutos secos, aceitunas, aceite de oliva y un buen pan (no los precongelados de las gasolineras).

Los productos que contienen muchas calorías pero pocos nutrientes son muy densos y al tener poco volumen producen poca saciedad por lo que frenan la sensación de hambre con un efecto muy relámpago y durante muy poco tiempo. «No es lo mismo tomar un plato de lentejas con su fibra que un donut, aunque los dos tengan las mismas calorías», apuntó Serra que destacó que el fácil acceso hace que predomine el consumo del dulce sobre el plato de legumbres cocinadas. En los paises desarrollados, la crisis ha provocado que las frutas y las verduras disminuyan o desaparezcan del cesto de la compra donde los alimentos más baratos y con menos nutrientes son los protagonistas, según indicó el especialista en Nutrición de la Universidad de Hohenheim (Alemania) Hans Konrad Biesalski que afirmó que los más perjudicados con este cambio de patrón alimentario son los niños que sufren malnutrición al dejar de recibir los aportes de micronutrientes que necesitan.

Retraso irreversible

«El retraso del crecimiento es irreversible por lo que la desnutrición en etapas tempranas tendrá un fuerte impacto en la vida posterior del niño y de sus descendientes», apuntó el experto. Las principales carencias de micronutrientes se dan en el zinc, hierro, vitamina A, ácido fólico y calcio, según indicó el asesor nacional en Seguridad Alimentaria de la FAO, Santiago Mazo.

La falta de calcio provoca retraso en el crecimiento, osteopenia y osteoporosis y problemas de coagulación sanguínea. Sin embargo, cuando falta hierro, el cuerpo lo coge del hígado antes que del corazón por no arriesgar la vida del órgano y del sistema. Mera inteligencia de supervivencia de la especie.

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