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Recursos hídricos

La lluvia reactiva manantiales agotados hace años

Decenas de «brolladors» resurgen tras el último temporal evocando imágenes de abundancia hídrica que son pasado

La lluvia reactiva manantiales agotados hace años

Decía Cavanilles en sus «Observaciones sobre la Historia Natural, Geografía, Agricultura, población y frutos del Reyno de Valencia», en 1795, que «la felicidad de tantos pueblos—escribía de su paso por la Costera— se debe por la mayor parte a las aguas del río San Julián» conocido ahora como el «riu dels Sants», uno de los manantiales más potentes del territorio valenciano, que rebrota tímidamente estos días sin necesidad de poner en marcha el motor que lo mantiene desde hace años en una especie de respiración asistida.

Las lluvias, aunque desiguales como siempre en un territorio con una variada geografía y 518 kilómetros de costa desde el río Sénia en el norte hasta Pilar de la Horadada en el sur, han logrado reactivar manantiales que se encontraban agotados e incluso secos desde hace años, devolviendo a muchos ciudadanos una «felicidad» que más de 200 años después del periplo del botánico Cavanilles tiene mucho también de espiritual y placentero. Así lo entienden cientos de personas que en los últimos días se acercan hasta los manantiales valencianos redescubriendo la gratificante sensación de ver el agua manar.

Como numerosos cronistas locales se han dedicado a acreditar, cada fuente tiene una historia que contar, una leyenda o una tradición, cuando no atributos curativos milagrosos que hace de los manantiales uno de los espacios naturales más arraigados en la cultura popular.

También en el ámbito científico, diversos trabajos del Departamento de Biología Animal, en la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universitat de Valencia permiten descubrir la gran diversidad de los pequeños invertebrados asociados a algunos «brolladors».

Un rico patrimonio

Según el inventario conjunto realizado por la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) y el Instituto Geológico y Minero de España (Igme), existen en la demarcación Júcar un total 6.094 manantiales perfectamente identificados de los que en 3.723 casos se dispone de datos de caudal que en algún caso se remontan a la década de los setenta.

El Igme ha seleccionado en un ambicioso trabajo 596 manantiales para los que ha cuantificado las descargas de agua en surgencias que alimentan los cauces y a veces, como ocurre en el «riu del Sants» son el origen de un río.

En general, según explican en el Igme, de la mayoría solo hay «una o dos mediciones de caudal por punto» aunque para muchos otros existen series históricas más largas gracias a una Red de Hidrometría, gestionada por la CHJ, que mide mensualmente los caudales en los principales manantiales y fuentes. El objetivo, explican, es mejorar el conocimiento sobre el comportamiento de las masas de agua subterráneas.

En general, las series largas permiten un mejor conocimiento al ser menos vulnerables a episodios de sequías o de lluvias prolongadas como las de los últimos días. El resultado de analizar estas series expresa el declive de la mayoría de los manantiales y en algún caso hace años que el cero es el último dígito que aparece en los estadillos, incluso en manantiales que no se han secado «nunca en la vida», según expresión popular muy extendía. Llueve menos, aproximadamente un 20% que en buena parte de siglo XX, y la explotación, a veces incontrolada de los acuíferos, así como la deforestación, es la puntilla que agota decenas de manantiales

Un ejemplo paradigmático es el de un pueblo valenciano, Caudete, que lleva como apellido «de las fuentes». Aquí, la Fuente Grande, con sus veinte caños, hace años que dejó de manar y aunque todavía hay algunos ancianos que se acercan a diario estos días tras la lluvia, esperando la resurrección, la fuente sigue sin dar una gota de agua.

Juan Carlos García Alonso, un aficionado a la meteorología que gestiona MeteoCaudete, asegura que para muchos vecinos es claro que han sido los pozos de riego, abiertos a centenares durante la última década en toda la comarca vitivinícola, los responsables de que el nivel freático haya bajado por debajo del de la fuente, que permanece seca. «Hay quien se aferra a que han sido unas raíces, que bloquean la conducción, pero entonces saldría por otro sitio», sostiene.

En cualquier caso, la lluvia ha provocado que la Comunitat Valenciana viva estos días un gratificante espejismo y desde la Safor hasta la comarca del «riu de la Sénia» cientos de fuentes rebrotan con fuerza. Es el caso de a Font de Quart , en Quart de les Valls, cuya imagen estos días dista mucho de que la que presentaba el verano pasado, cuando voluntarios de Acció Ecologista Agró colaboraron con las instituciones en el rescate de decenas de peces que corrían riesgo de morir por la falta de agua; o de la Font de la Parra, en Carcaixent, un manantial emblemático que resurge de la nada.

Los vigilantes dedicados a la Prevención de Incendios, notarios de todo lo que ocurre en el monte valenciano, han identificado decenas de estos manantiales felizmente recuperados aunque sea por unos días: la fuente de la Higuera y la del Mas del Moro en Caudiel; la Fuente de Barcero en Montán; el agujero del Orao y el manantial de la Ermita en Chera; la fuente del Chorrillo en Villamallur; las fuentes Morredondeo o la de la Chana en Viver; la del Hontanar, Estenas o la de los Mancebones en Utiel; la de la Carrasqueta y la del Pino en Navarrés; la Font del Marge en Portacoeli; la de las Gotas en Cortes de Pallás.

Desde la más modesta hasta los manantiales capaces de fundar y mantener ciudades, el espectáculo del agua ha vuelto, quizás para recordar lo importante que es proteger un patrimonio natural y una cultura ancestral que siempre asoció el manantial a la vida.

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