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Plazas y glorietas

La ciudad de las trescientas plazas

La cultura mediterránea de hacer vida en la calle se ha retraído en Valencia por la primacía del tráfico y las intervenciones de obra dura en el espacio público

Valencia es una de las ciudades con más proporción de plazas y glorietas por habitante. Hay cerca de 300 „y 2.500 calles„, la mayoría en el centro histórico. Las hay populosas, como la de la Virgen, recoletas, como la del Negrito, Santa Margarita y la plaza Redonda „recién restaurada„, antiguas y monumentales, como la de Lope de Vega, el Mercat o el Doctor Collado y de estética moderna como la de la Almoina, bajo cuyas losas de hormigón se custodian las ruinas arqueológicas del foro romano. La elevada proporción de plazas y plazuelas evidencia el gusto de los valencianos por hacer vida en la calle, algo a lo que anima sin duda el buen clima.

Sin embargo, la pérdida de calidad del espacio público ha ido socavando en Valencia la cultura mediterránea de vivir en la calle. Así lo explica el profesor de historia del Arte de la Universitat de València Rafael Gil Salinas, autor de varias publicaciones entre ellas el libro Las calles de Valencia y sus pedanías. «Es llamativo el poco uso que en la actualidad se hace de las plazas, algo que sí ocurre, por ejemplo, en Italia, donde las plazas se viven más», afirma Gil Salinas, quien asegura que «sigue habiendo plazas en la ciudad que invitan a quedarse, pero en el centro urbano se ha perdido la tradición; por las plazas se pasa pero no se vive», afirma Salinas.

El diseño de plazas inhóspitas, sin arbolado y con mobiliario incómodo „de haberlo„, así como la política de facilitar las cosas a los coches han ido, poco a poco, quitando espacio al peatón. Para cambiar esta situación, han surgido movimientos ciudadanos como el Colectivo de Madres y Padres de Ciutat Vella, que reivindican más espacio público para las familias, especialmente para los niños, o como los distintos colectivos vecinales que han ocupado solares vacíos y degradados para convertirlos en zonas de encuentro y ocio.

Toda ciudad importante tiene una «plaza mayor», un espacio público central. En Valencia, la plaza que quizás más arraigo tenga desde el punto de vista histórico es la del Mercat, junto a los Santos Juanes y la monumental Lonja, el templo de los mercaderes del siglo XV, declarada Patrimonio de la Humanidad. Hasta la construcción del Mercado Central en esta plaza se celebraban los mercados y demás actos públicos en la ciudad. En la actualidad, la plaza del Mercat apenas se intuye en un espacio caótico invadido de chirimbolos de todo tipo desde marquesinas de autobuses, hasta buzones, señales de tráfico y terrazas.

«La plaza del Mercat debe ser toda peatonal», asegura Rafael Gil. Un reto que ahora tienen sobre la mesa el Ayuntamiento de Valencia y la Conselleria de Vivienda, que ha reabierto el debate sobre la centralidad de Valencia. La intención de la conselleria es restringir drásticamente el tráfico y dignificar el entorno monumental de la plaza de Brujas y el Mercat al hilo de la puesta en servicio del nuevo aparcamiento de Brujas. El director general de Vivienda, Alberto Sanchis, aseguró a este diario que la plaza del Mercat y Brujas deberían ser la verdadera plaza mayor de la ciudad. Precisamente sobre esta idea pivota el proyecto «A la redor del Mercat», desarrollado por encargo de los vendedores del Mercado Central, a un grupo de arquitectos y urbanistas, entre ellos Joan Olmos y David Estal, que plantea mejoras profundas de la movilidad en toda esta zona.

La plaza [Ciudad] de Brujas es relativamente reciente. Se creó en el siglo XIX dentro del proceso de renovación urbana y apertura de grandes avenidas, en este caso la del Oeste (actual Barón de Cárcer). El porqué del nombre no está claro, afirma Gil Salinas. «No es fruto de un hermanamiento y seguramente sea un ejemplo más de la improvisación con la que ha actuado el ayuntamiento con el nomenclátor» urbano. El historiador del arte destaca el potencial de la plaza de Brujas porque «tiene un entorno fantástico», en «el centro más auténtico» con edificios que dejan ver la evolución histórica de la ciudad.

Otras plazas en cambio carecen, a juicio del experto, de encanto. Como la del Ayuntamiento, que en la actualidad pasa por ser la plaza mayor de Valencia, y que es un espacio «totalmente impersonal» a pesar de tener edificios notables. Para Gil Salinas, la plaza del Ayuntamiento «no está bien resuelta y es una suma de actuaciones impersonales donde se prima el tráfico sobre el espacio vivido».

Entre las plazas inhóspitas fruto de actuaciones recientes se encuentra la de la Almoina, un espacio de obra dura, sin apenas arbolado ni bancos. Un estilo que se repite en la plaza de Nápoles y Sicilia, también de estética moderna.

El tráfico, especialmente, el vinculado a la existencia del aparcamiento municipal construido en los años 60, es el principal problema de la plaza de la Reina, otra de las plazas emblemáticas de la ciudad. El ayuntamiento lleva años anunciando a comerciantes y vecinos la reordenación de este entorno. El anterior ayuntamiento empezó a trabajar sobre la idea de trasladar los accesos al parking para liberar espacio para el peatón en la plaza, sin embargo. Está por ver qué solución buscará el nuevo gobierno, formado por Compromís, PSPV y Valencia en Comú para este enclave, epicentro del turismo en la ciudad.

Al margen del futuro de las plazas emblemáticas, la ciudad cuenta con muchas plazas con un encanto especial. Entre ellas, Gil Salinas destaca la plaza de Santa Margarita, desconocida por muchos valencianos. Se encuentra junto a la calle Trinitarios y en ella «se respira una paz tremenda».

Entre las más antiguas se encuentra, además de la del Mercat, la plaza del Doctor Collado, junto a la Lonja. Los edificios ruinosos y con lonas distorsionan la imagen de esta frecuentada plaza, donde todavía pueden verse algunos comercios históricos o disfrutar de la bebida valenciana por excelencia en una de las pocas horchaterías tradicionales que quedan en la ciudad.

La plaza Lope de Vega (antes de las Hierbas), presidida por la torre de Santa Catalina y al lado de la plaza Redonda „también visita obligada„, es otro apetecible rincón del centro histórico. Más desconocida es la plaza de Santa Margarita, en el barrio de la Xerea, de forma cuadrada y antes llamada de la Alcudia por estar en ella la Casa de los Condes de Alcudia.

Una de las plazas más simpáticas de la ciudad, es la del Negrito (antes de Calatrava), en el barrio del Carmen y a la que da nombre la fuente coronada por un rechoncho niño de color desnudo que preside esta plaza cuadrada. «Es una plaza muy agradable y con una vida tremenda», asegura Gil Salinas, quien atribuye a la falta de urbanistas el deterioro y la pérdida del espacio público.

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