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La detección en las consultas

Centinelas contra el maltrato

Los médicos de los centros de salud son los primeros que descubren los episodios de violencia machista

La enfermera Marina Pallardó y los doctores Antonio Maiques y Lola Alonso.

El miércoles, a las ocho menos cuarto de la mañana, llegaba a urgencias del centro de salud de Manises con arañazos, golpes en la cara y la mirada perdida en un abismo de terror una mujer de treinta y pico años con una petición de auxilio en la boca, tras haber sido vejada y maltratada otra vez más por su pareja. Solo unas horas antes, a los médicos de ese mismo centro de salud, que tienen entre sus pacientes a mujeres con órdenes de alejamiento, se les abrieron las tripas al enterarse de que a una chica de ese mismo municipio su exnovio le acababa de abrir la cabeza a patadas y puñetazos y temer, por ende, que pudiera ser una de sus pacientes. No, Marta, la joven de 31 años de Manises que ingresó en coma en La Fe a mediodía del martes no tenía indicios de ser una posible víctima de maltrato. Era una chica normal, enfermera de profesión, y solo había ido al centro de salud por costipados. Ninguna sospecha que pudiera alertar a su médico de que estaba en el punto de mira de la locura de un maltratador (Marta ha sido su tercera víctima).

No fue solo una mujer desencajada la que ese miércoles acudió al centro de salud de Manises a pedir socorro. Otra víctima del maltrato y con una orden judicial de alejamiento de su expareja también se presentó ese mismo miércoles de esta semana a la consulta de su médico, atemorizada y con arañazos y golpes muy visibles del día anterior. Hacía unos días se había celebrado el juicio rápido y se había refugiado en casa de unos familiares con sus hijos.

En ese municipio de l´Horta Sud, de 32.000 vecinos, hay censados 52 casos activos de maltrato, según informó el ayuntamiento. Por esa misma regla de tres, en la C. Valenciana hay 8.125 víctimas de violencia de género.

«La psicología de la mujer maltratada es muy complicada y no se puede entender de una forma lineal, porque la han machacado y humillado durante tiempo y tiene la autoestima por los suelos y a veces se deja llevar por el falso standar del ´amor posesivo´», declara la doctora Lola Alonso, que reconoce que detectar que una mujer sufre maltrato, «no es una cosa fácil, porque no es como preguntar si fuma, que es más habitual, es un tema difícil de abordar en una consulta, como tampoco es fácil preguntar cuestiones sexuales».

Vergüenza e incomprensión

La profesional asegura que muchas de las mujeres que sufren cualquier tipo de maltrato „físico, psicológico y sexual„ no lo denuncian, «porque sienten vergüenza, están atemorizadas y se sienten víctimas de la incomprensión de la sociedad».

El doctor Antonio Maiques, por su parte, precisa que a veces estas mujeres dudan de la eficacia de las denuncias, «y llegan a creer que si no denuncian estarán más protegidas, porque a veces tienen miedo de las consecuencias de las denuncias y temen que se pueda enfadar el ´susodicho´».

«Claro „añade su compañera, la doctora Alonso„, porque muchas veces cuando denuncian se preguntan: ¿cual es el siguiente paso?, ¿hay pisos a dónde ir».

La facultativa indica que un maltrato requiere investigar muchas cosas (si ha habido agresiones verbales, psicológicas, vejaciones, bloqueo familiar...etc), «y eso „agrega„ no se investiga en siete minutos de consulta, lleva como mínimo media hora, siendo ágil y sin entrar en temas emocionales».

Desde 2008 existe en la Conselleria de Sanidad un Protocolo para la Atención Sanitaria de la Violencia de Género, al que tienen acceso los profesionales y va incorporado a programa informático Abucasis bajo el nombre de SIVIO.

Aunque la aplicación es muy completa, genera cierto rechazo por la abundancia de datos que hay que recoger y la cantidad de tiempo que se necesita para cumplimentar una extensísima batería de preguntas. En este sentido, la enfermera Marina Pallardó, que observa las horas que echan los médicos para rellenar tantas pantallas de ordenador, es partidaria de hacerlo menos burocrático, a fin de recoger más incidencias.

Dolores de cuello

Los profesionales saben perfectamente que además de los síntomas claros y manifiestos hay que observar los indirectos, los poco claros, como dolores de cuello que la mujer no asocia o no quiere asociar a los golpes, pero que no cuadran con la explicación que da. «Comienzas a investigar y a preguntar por el trabajo y la familia y a veces rompen en un llanto fácil y sienten vergüenza, pero cuando la situación es flagrante te lo dicen», agrega la doctora Alonso, mientras su compañero, el doctor Maiques, resalta que esa comunicación especial no se produce en una visita, sino en reiteradas y cuando la mujer establece confianza y empatía con el médico.

«Lo que suele hacer es sacarla del ritmo normal de la consulta y citarla a última hora para que haya las menores interferencias posibles», agrega.

Asegura Lola Alonso que muchas veces la información del maltrato es muy sutil y ciertos indicios afloran cuando, tras un consejo facultativo para mejorar el estado físico o anímico como el de que «estaría muy bien que fuera a la piscina», a la víctima se le escapa: «si mi marido me deja», que pone en alerta al profesional sobre la situación de esa mujer. «Son frases lacónicas que expresan ciertas limitaciones y si tiras del hilo puede aparecer la violencia».

Las atenciones del maltrato en urgencias tampoco son tan claras. «Le preguntas por los daños físicos que puede llevar en la cara y te dicen que sí, que le han pegado y cuando llega el momento de presentar los papeles, dar parte al juzgado por las lesiones y llamar a la policía comienza a expresarse con temor y angustia».

Los médicos del centro de salud de Manises indican que en muchas ocasiones tienen que llamar a la policía para que acompañe a la mujer a poner al denuncia, «porque se siente confundida, aturdida y abandonada por el machaque que ha sufrido y necesita acompañamiento». La presencia de la trabajadora social también es relevante para informar de los recursos.

«Cuando detectas sospechas en mujeres con hijos también lo comentas con los pediatras, hay que estar muy en alerta porque a veces la mujer lo niega», afirma el doctor Maiques quien confiesa que cuando ocurre algún desenlace como el de Marta, la sensación que le sobreviene es de que no ha hecho todo lo posible para evitarlo. «Repasas todos los pasos, que has rellenado los cuestionarios, que has hablado con la víctima, que le has dado toda la información, pero aún así, siempre te asalta la duda de que falta algo».

La doctora Alonso por su parte asegura que el engranaje (burocrático y judicial) no funciona adecuadamente. Esta convencida que además de las órdenes de alejamiento, «se puede hacer algo mas, porque aunque haya una orden siempre tienes en la cabeza que si quiere, la puede hacer daño».

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