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Año cero de una "nova processó cívica"

Cívica, abierta y sin sello religioso

La próxima Processó Cívica abrirá una nueva era, en la que el gobierno municipal del tripartito apuesta por la laicidad - Rita Barberá instauró la entrada a la catedral y el Te Deum, inexistente con Pérez Casado y Ródenas

Cívica, abierta y sin sello religioso

«Hay que separar las cosas de Estado de las de la Iglesia, y el ayuntamiento es Estado». La aclaración, contundente aunque sin perder el gesto afable, la soltó Joan Ribó ante empresarios, políticos y representantes de distintos colectivos sociales hace apenas dos semanas. Se reafirmaba así en su objetivo de una Processó Cívica exenta de cualquier simbología religiosa. Ni entrada a la catedral, ni por tanto Te Deum. Como en los tiempos de los alcaldes socialistas Ricard Pérez Casado y Clementina Ródenas. Sería Rita Barberá la que en 1991, tras su acceso al poder municipal, apostaría por revestir el acto con el sello eclesiástico de la Misa de Acción de Gracias. «Como hizo en su día Jaume I cuando la conquista», incide Alfonso Novo, portavoz del Partido Popular en el Ayuntamiento de Valencia. Ribó, en cambio, pretende potenciar la vertiente cultural, social y festiva del 9 d´Octubre e incluso se ha invitado a las cuatro grandes confesiones religiosas.

Eliminada la cita en la Seo con el cardenal Antonio Cañizares, Ribó podrá portar la bandera. Un hecho insólito ya que Barberá nunca lo hizo, y no se recuerda en la historia reciente que lo hiciera ningún alcalde. El protocolo de la procesión, que conmemora la entrada del rey Jaume I en Valencia en 1238, establece que el primer mandatario municipal preside y desfila junto con las máximas autoridades detrás de la bandera. El alcalde tiene la competencia para nombrar al portaestandarte oficial, una distinción que Barberá ofreció a los ediles de las distintas formaciones políticas. El propio Ribó declinó siempre la invitación ante el «lastre» religioso que aparejaba.

La procesión festiva como tal no se realizó hasta el año 1338, en el primer centenario de la ocupación de Valencia y a instancias del Consell municipal, tal como recuerda Vicent Baydal en «Vent d Cabylia. Històries de la història dels valencians». «El dia festiu prengué molta més força com a celebració política de caràcter urbà i regnícola,ja que els regidors de la capital sempre intentaven associar el record de Jaume I a la fundació i les llibertats de la ciutat de tot el regne», recoge Baydal en el libro editado por Drassana. Destaca Baydal el carácter municipal de aquella primera procesión de Valencia, frente a la de Sevilla, instituida por Alfonso X en 1255 para conmemorar también la conquista por parte de Fernando III y de cariz más monárquico. Reinaba entonces Pere el Cerimoniós, cuya ausencia se suplió con el Pendón de Conquista como estandarte real. Siglos después, los actos del Nou d´Octubre se caracterizarían por su componente reivindicativa de autogobierno. Prohibida durante la dictadura de Franco, se celebró sólo en algún centenario y para exaltar la «Unión Nacional» entre Aragón y Castilla. Con la aprobación del Estatuto de Autonomía de 1982 quedaría institucionalizado el día festivo con recepciones, actos y una procesión que, en función de los gobiernos municipales, ha prescindido o añadido elementos religiosos.

Amadeu Sanchis, exconcejal de Esquerra Unida, tuvo la oportunidad el año pasado de portar el entandarte. «Rita me lo ofreció, gesto que agradecí porque para mí era una honor, pero mi condición era que no entrara a la catedral», recuerda. La respuesta fue un rotundo no por parte de la alcaldesa. Planteó la posibilidad de un «relevo». «La normativa no es cerrada al respecto», señala. «Yo podría haberla llevado hasta la puerta del recinto religioso, que la entrara otro compañero y, al salir, completar el recorrido, pero Alfonso Grau lo rechazó», comenta con una mezcla de «rabia» y «satisfacción» por el gesto valiente de Ribó de dejar atrás «al sector más reaccionario del PP». Su crítica va más allá al asegurar que en veinticuatro años de mandato popular, «no se ha hecho nada por blindar un acto histórico».

El también exconcejal Salvador Broseta (PSPV) enfatiza que en las legislaturas socialistas con Pérez Casado y Ródenas al frente de la casa consistorial, tampoco se pisaba la catedral. Broseta, en cualquier caso, apunta al carácter «cambiante» de la procesión cívica. Él, que portó el estandarte en octubre de 2014 y lo condujo hasta el cardenal Antonio Cañizares, tenía claro que cuando hubiera un cambio de gobierno, el Te Deum desaparecería. «Es lo lógico y normal, aunque he de reconocer que el año pasado yo me sentí muy a gusto con la Senyera», confiesa.

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