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Muestra

Sobrevivir en el acantilado

Jake Abbott y Felipe Escolano rescatan la peripecia de los agricultores de la Marina Alta que se jugaban la vida en «les pesqueres de cingle» - Sus fotografías, tomadas en los últimos 15 años, se exhibirán en el Museu Marítim de Barcelona

Sobrevivir en el acantilado

Don Quijote advertía a Sancho de que había dos tipos de aventuras, las de ínsulas y las de encrucijadas. Las primeras eran de gloria y, en las segundas, las más de las veces «no se gana otra cosa que sacar rota la cabeza o una oreja menos». Bajar a la pesquera era al mismo tiempo una aventura de ínsula y de encrucijada. De gloria y de miseria. Jake Abbott y Felipe Escolano, después de 15 años de rastrear las historias de los agricultores que, impelidos por el hambre se jugaban la vida en los acantilados, han vislumbrado que les pesqueres de cingle de alguna forma remiten a la libertad y la utopía. La motivación aparente era capturar sepia y calamar para venderlos y sacarse unos cuartos. Sobrevivir. Pero había otro impulso profundo.

«Sí, estos labradores bajaban a la pesquera por necesidad, pero también les movía la pasión», afirma Escolano. «Buscábamos su historia y hemos encontrado la nuestra», añade Jake Abbott.

En esos 15 años, han tomado fotos a diestro y siniestro. Felipe Escolano le perdió la fe a la fotografía cuando se impusieron las cámaras digitales. Empezó entonces a grabar en video.

Las fotos de Jake y el audivisual de Felipe se exhibirán a partir del 9 de octubre en el Museu Marítim de Barcelona. La muestra, titulada Nits de tinta (esta modalidad de pesca siempre se practicaba por la noche y la tinta es la del calamar), girará luego por varios museos de Catalunya.

Escolano subraya que lo que hace único este arte de pesca es que se aprovechaban elementos propios de la agricultura. Los labradores bajaban los canyissos de secar la pasa por los acantilados para convertirlos en frágiles plataformas desde las que lanzar el rall.

Les pesqueres pertenecen al litoral más abrupto de la Marina Alta. Los acantilados del Poble Nou de Benitatxell y de Xàbia eran el territorio de los enceseros (se llamaban así porque atraían a los peces con la luz de una lámpara de carburo).

Jake Abbott ha retratado a enceseros del Poble Nou, Xàbia, Gata, Jesús Pobre y Calp. Sin embargo, en la muestra de Barcelona, sólo ha incluido diez retratos de adustos labradores de Benitatxell.

A la pesquera sólo se bajaba en los meses de duro invierno. Ya no había trabajo en el campo tras la vendimia y aún quedaba mucho para ir a la siega del arroz a la Ribera.

Ahora esta pesca es historia. Pero estas fotografías sí evocan esa aventura fantástica de la ínsula. Así era bajar a la pesquera. Una proeza.

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