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Reportaje

El gran hermano que cuida a los mayores

Tres vecinas de Puçol forman parte de un plan piloto de atención a través de cámaras a los ancianos que viven solos

Visita a casa de Ana Claramunt, de Puçol, que tiene 88 años. a.p.

Controlar a los mayores que viven solos desde el móvil o desde una pantalla de ordenador. Éste es el principal objetivo del proyecto piloto Breathe (Respirar) que se está desarrollando en ciudades de Inglaterra, Irlanda, Italia y España, entre las que se encuentra Puçol, en la comarca de l’Horta Nord. El sistema funciona a base de sensores y cámaras para que los cuidadores de los ancianos dependientes puedan saber desde su casa cómo es su día a día. Ana Claramunt (88 años) y Antonia Martínez (92 años) son dos vecinas de Puçol que participan en este programa complementario a la teleasistencia y pensado para que el cuidador pueda respirar.

El responsable del proyecto, Mario Lekumberri, parte de la base de que «si mejoramos al calidad de vida del cuidador, éste podrá atender durante más tiempo a su familiar dependiente en su propia casa, con la mayor comodidad y el ahorro económico que supone para las propias familias y también para las instituciones».

Para ello, la casa de la persona dependiente está controlada mediante sensores y cámaras, con la posibilidad de desconectarse en los momentos deseados. Algo así como la tecnología del Gran Hermano televisivo pero aplicado a las personas dependientes.

Ana Claramunt tiene 88 años y vive desde finales de agosto rodeada de sensores en los electrodomésticos y en la puerta de casa, además de una cámara en el comedor. Todo ello durante doce semanas, el plazo experimental al que se ha presentado voluntariamente. La instalación permite que su nieta, Ana Trachiner, esté mucho más tranquila, porque en cualquier momento puede monitorizar si su abuela ha abierto la puerta para salir, ha comido algo del frigorífico o se ha calentado la leche usando el microondas.

Las cámaras no están colocadas en zonas como el baño o el dormitorio y las imágenes de la cámara pueden apagarse a voluntad por periodos de 1, 6 o 24 horas. Trachiner puede controlar a su abuela incluso estando de viaje, a través de una web a la que sólo tiene acceso ella con contraseña.

Por su parte, Antonia Martínez, de 92 años, tiene como cuidadora asignada en el programa a la mujer de su nieto, Mari Carmen Ruiz. Para ella lo importante es que «Antonia haga siempre sus tareas, porque nosotros vivimos en el casco urbano y para venir hasta la playa cuesta un rato».

Lekumberri opina que en ocasiones «los abuelos utilizan el chantaje emocional para estar más atendidos, aludiendo a que no han salido, no han comido o cualquier otra excusa» pero «con este sistema no cabe el chantaje, ya que puedes comprobar si ha comido, si ha utilizado los electrodomésticos, si se ha echado la siesta o si ha salido de casa».

Respiro para los cuidadores

El impulsor de la iniciativa presume de que es el primer proyecto europeo que se centra en el cuidador y no en la persona dependiente. De hecho, el sistema también analiza continuamente al cuidador, para detectar si padece alguna sobrecarga e interacciona con él dándole consejos, actividades y terapias.

De las cinco personas que comenzaron la fase experimental en España, quedan cuatro en la final y tres son de Puçol. Fue la empresa Iniciativa Social Integral, que se ocupa de los servicios sociales de la población, la que propuso el sistema y varios nombres de vecinos. Para ello aportó la mitad de los fondos necesarios y la otra mitad ha sido aportada por el Fondo Social Europeo y el Ministerio de Industria. Si funciona, se extenderá y será un nuevo sistema de cuidado de mayores.

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