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«Allí lloraba todo Dios, lloraban hasta las ratas»

El verdugo de Pilar Prades se resistió hasta el último momento a llevar a cabo la ejecución

«Allí lloraba todo Dios, lloraban hasta las ratas»

«La pobrecita pedía clemencia, dando gritos, al administrador de Valencia se lo tuvieron que llevar para darle un jarabe... allí todo dios lloraba, lloraban hasta las ratas». Así recordaba Antonio López Sierra, el verdugo que dio muerte a Prades, el ambiente que se vivió el 19 de mayo en el patio de la cárcel modelo de Valencia.

El documental de 1977 de Basilio Martín Patino Queridísimos verdugos recogía este testimonio, a igual que el de los otros dos últimos «ejecutores» de la dictadura franquista. «Era guapa, cualquiera la mataba», contaba López Sierra en el filme. «Llegué a la prisión a las diez de la noche y cené. Llegó la hora de la verdad, las seis de la mañana. Sacaron a la muchacha de capilla y al llegar allí vio el aparato colocado. A los diez minutos de estar allí nadie decía nada», explicaba el verdugo, quien, como todos los presentes, esperaba si llegaba un indulto que nunca se materializó. Según cuentan diversas fuentes, era tal la negativa de Antonio a matar a una mujer que le tuvieron que emborrachar y dar tranquilizantes.

«¿Tiene usted hijas?»

Una hora y media después de lo señalado, a punto de la ejecución, hubo un intercambio de palabras entre víctima y verdugo. «¿Está usted deseando matarme?», le espetó aterrorizada Pilar Prades. «¿Yo?, si lo único que estoy deseando es a ver si esta gente dice que te dejen ya y te marches para casa o a la prisión», le respondió Antonio. A continuación, la joven de 31 años, le tocó la fibra sensible a quien debía desnucarle con aquella manivela. «¿Tú tienes hijas?», le dijo Pilar, a lo que Antonio contestó que tenía una. «Pues ten piedad tú de mí», le espetó la presa. Ni la petición de clemencia ni las pocas ganas del verdugo cambiaron el destino y Pilar Prades murió en el garrote.

Años después, en 1974, serían las manos de Antonio las que ejecutarían la última muerte a garrote vil en España ordenada por la dictadura de Franco. Fue él quien dio el giro de manivela que acabó con la vida del militante anarquista Salvador Puig Antich.

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