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Nuevos tratamientos

La pintura salvavidas del tercer mundo

La empresaria Pilar Mateo ha firmado compromisos para extender la filial valenciana a Nigeria, Congo, Guatemala, Panamá, Ecuador y Bolivia

Jesús López, el entomólogo especializado en el tratamiento de cucarachas. eduardo ripoll

Como los mosquitos, insectos y parásitos que combate a golpe de ingenio y de espray, Pilar Mateo tampoco conoce fronteras. Esta valenciana, doctora en Químicas, ha hecho de su fábrica en Paiporta un centro de erradicación de las enfermedades en los continentes de mayor pobreza, aunque sean los más ricos en recursos naturales. En un enorme mapamundi aparecen identificados con puntos rojos las plantas de producción de Inesfly, la marca de la pintura insecticida que se ha hecho famosa en el orbe por contribuir a la erradicación de la enfermedad de Chagas, dengue, malaria, fiebre amarilla, chikungunya y leishmaniosis. La primera planta de producción está en Ningo, un poblado de Ghana, pero Mateo ya tiene firmados compromisos para empezar a construir antes de un año nuevas factorías en Nigeria, Brazzaville (Congo), Guatemala, Panamá, Ecuador y Bolivia.

La proyección internacional de la empresaria-científica valenciana de 56 años, que en estos momentos ya cuenta con siete familias de patentes que están registradas en 150 países, como ella misma relata a Levante-EMV, comenzó en el altiplano boliviano hace dos décadas (en 1998) donde la enfermedad de Chagas „un mal olvidado en el Primer Mundo„ se cebaba con los habitantes de precarias viviendas, que aquí consideraríamos indignas, en cuyas paredes de adobe y techos pajizos campa a sus anchas un insecto denominado Triatoma infestans que en ese país es conocido como vinchuca (en México, chinche besucona y en Colombia, el pito) y que con su picadura trasmite el triatoma cruzi , el patógeno que causa la enfermedad de Chagas, para el que no existe vacuna.

Cortar el ciclo biológico

Pilar Mateo comprendió que aquella plaga había que combatirla de raíz, interrumpiendo el ciclo biológico del vector, por lo que formuló una pintura especial que contiene una microcápsula que es donde se inserta el insecticida que se libera con una acción lenta (a través del calor o la erosión), lo que permite acabar con las larvas y huevos, lo que pone fin al ciclo de reproducción y a la propagación del insecto y de la enfermedad que provoca con su picadura.

El tratamiento consistía en pintar las casas por dentro, por fuera y en las inmediaciones. Aquel proyecto en ciernes le valió a Pilar Mateo el premio Valencia Innovación en 1990.

Incansable en la búsqueda de nuevas iniciativas, la empresaria comenzó a expandir su tecnología para erradicar otras enfermedades parasitarias como la malaria, que a diferencia de la de Chagas que es un mal de pobres, no conoce entre pobres y ricos. En la actualidad el catedrático en Parasitología de la Universitat de València y asesor de la OMS, Santiago Mas Coma, dirige junto con un equipo del I. R. de Montpellier un ensayo Whopes que está en fase 3 para demostrar la eficacia del producto contra el Anopheles.

Zapatos repelentes

Lo último que pretende Mateo es crear repelente de mosquitos para zapatos. No es la única novedad, ya que también cuenta con una patente elaborada con aceite de oliva para tratar los piojos y otra para textil que utiliza la OTAN.

En el laboratorio de innovación de la fábrica Inesfly de Paiporta, tres investigadores Ignacio Gil (químico), Isabel López (bioquímica) y Jesús López (entomólogo) trabajan para hallar soluciones nuevas a problemas viejos, como el de la pediculosis infantil o el tratamiento de cucarachas en el interior de los hogares, hoteles y locales de restauración a través de detergentes insecticidas superconcentrados y de larga acción sobre suelo pero no nocivos, porque van encapsulados, y cuyo efecto es «espectacular», según asegura Pilar Mateo que lanzará el producto en breve ya que el registro sanitario requiere al menos dos años hasta lograr la autorización.

El robot de las microcápsulas

Es en Valencia donde se encuentra el motor que impulsa los proyectos de Pilar Mateo en diferentes lugares del mundo. Se trata de un robot que realiza de forma automática todo el trabajo de creación de las microcápsulas, donde va alojado el insecticida, que se traslada en bidones de líquido hasta la planta de producción de Ghana, donde 90 personas trabajan en la elaboración de la pintura insecticida, pero sin manipulación de biocidas.

El microencapsulado se realiza en un proceso de dosificación automático en el que se usan productos sólidos y líquidos con un control muy riguroso, según explica Pilar que indica que una microcápsula es un millón de veces más pequeña que un milímetro. Para que el lector se haga una idea: con 7 kilos de microcápsulas se elaboran 100 kilos de pintura.

Mateo tiene dos socios con los que trabaja en exclusiva para África: Alex Pons y el empresario petrolífero Haissan Fakhry que dirige la fábrica de Ghana y es uno de los inversores que contribuye a expandir su producto que ya cuenta con el certificado de garantía de calidad ISO 9001. Un logro que refiere con orgullo de madre.

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