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Sucesos del pasado

Venenosas obsesiones

Pilar Prades fue ejecutada tras ser acusada de envenenar mortalmente a una mujer e intentarlo con otras dos

La "envenenadora" Pilar Prades, natural de Bejís.

Febrero de 1957. El doctor Manuel Berenguer Terraza sospecha de su criada, Pilar Prades. Son demasiadas las coincidencias que le hacen pensar que aquella joven está detrás del deterioro repentino de su esposa.

Su mujer, Carmen Cid, había enfermado gravemente de repente. Desde el invierno su fuerte salud había menguado drásticamente. Además, había ya otro precedente en aquella vivienda familiar de la calle Isabel la Católica de Valencia, puesto que su otra criada Aurelia también había enfermado gravemente el verano anterior y había acabado en el hospital con medio cuerpo paralizado.

Pensó que Pilar, la criada que llevaba con ellos casi dos años, podía ser la culpable de aquel deterioro de ambas mujeres así que le preguntó si la señora había comido algún alimento en malas condiciones. Pilar lo negó, recordando además cuánto quería y cuidaba a su señora.

El doctor Berenguer quiso saber más de aquella joven morena natural de Bejís, y así averiguó que la joven había trabajado antes en una carnicería, situada en el número 64 de la calle Sagunto.

Allí había servido a Enrique Villanova y Adela Pascual. Cuál fue la sorpresa del médico cuando Enrique le contó que su mujer había muerto durante la época en la que prestaba servicio Pilar Prades. Había fallecido tras una extraña recaída. Pilar fue despedida inmediatamente.

A este testimonio se sumaron los resultados médicos realizados a su esposa que confirmaban sus sospechas: había sido envenenada.

La policía detuvo en una pensión a Pilar Prades tras la denuncia del galeno, que se precipitó tras recibir la llamada de una mujer que pedía referencias por la joven, quien se había ofrecido para trabajar en otra casa. Como publicó Levante-EMV el 22 de febrero de 1957, esta mujer «recibió el consiguiente susto al enterarse de la clase de persona que había estado a punto de meterse en su casa».

Arsénico en el desayuno

La misma noticia explicaba que «más de 24 horas duró el interrogatorio de Pilar» y que finalmente reconoció ser la autora de los hechos. Según la declaración sobre su primera víctima, Prades explicó que «durante tres o cuatro días seguidos le administró unas gotas de matahormigas en una taza de boldo, ya que la enferma sólo tomaba estas infusiones y agua Vichy».

Siempre según el testimonio recabado por la policía franquista, la criada pensaba que provocarle una ligera enfermedad era la única forma de que descansara un poco, ya que a su parecer trabajaba en exceso Sin embargo, según la información publicada en aquella época, la mujer confesó que quería «hacerse el ama», del negocio y de la casa.

Parece que ese era el móvil que también le impulsó a envenenar a su segunda señora y mujer del doctor, echándole matahormigas Diluvión en el café con leche del desayuno, la única comida que no hacía con la familia, puesto que el médico se levantaba pronto para pasar consulta y los niños estaban en el colegio.

Sobre el envenamiento de su compañera de servicio, Aurelia, la detenida confesaría que se habían enemistado por un chico que les gustaba a ambas. También la odiaba porque cuando tenían que hacer alguna faena extra en la casa, Aurelia no le ayudaba y cobraban ambas.

La afectada, contó casi 30 años después a este diario lo que pasó después de que ambas conocieran al citado joven. «Empezó a darme veneno y yo me hinchaba. Fui a los médicos a curarme y no me encontraban nada, pero como esto es una intoxicación, nadie sospechaba de ella, porque además se portaba bien. Al caer enferma me llevaron al hospital y ella me traía veneno en el lomo con tomate. Mientras no me traía nada, no me pasaba nada pero cuando me trajo el bocadillo pasó. Cuando fue detenida declaró que fue por quitarme el novio», relataba Aurelia. Así, para ella, Pilar la intentó matar «por lo del novio y la envidia, ya que yo estaba en la casa más años y los señores me querían más».

Pena a garrote vil

El 3 de diciembre de 1957 se celebró el juicio en el que se acusó a Pilar Prades de un asesinato y otros dos en grado de tentativa. Las investigaciones señalaban al envenenamiento intencionado de las tres mujeres.

Además, se exhumó el cuerpo de Adela Pascual, su jefa de la calle Sagunto, en cuyas vísceras se halló una gran dosis de arsénico, suficiente para causar la muerte. Según el informe de los forenses, «precisamente por el arsénico, el cuerpo estaba momificado».

Finalmente, Pilar Prades fue sentenciada a pena de muerte, y fue ejecutada en 1959 a garrote vil, tras dos años de prisión en la cárcel de la capital del Turia. Así, la desde entonces conocida como «Envenenadora de Valencia» se convirtió en la última mujer sentenciada a muerte en España.

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