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Convenio

Tras el ADN de las agresiones sexuales

Un acuerdo entre el gobierno central y el autonómico permite al laboratorio de genética del IML volver a investigar casos penales tras más de cuatro años de espera

Tras el ADN de las agresiones sexuales

Cada año llegan a los juzgados valencianos cerca de 200 denuncias de agresiones sexuales, casos que no pueden esclarecerse científicamente en las instalaciones del Instituto de Medicina Legal (IML) de Valencia porque la carencia de una acreditación estatal lo impide. Se trata de un documento que llevan reclamando mucho tiempo desde la entidad y que les apartó del «mercado» penal hace ahora cuatro años, aproximadamente. Desde entonces, el Instituto quedó relegado a pruebas de paternidad, en el campo civil. Las pruebas penales se mandaban al departamento de Barcelona del Instituto Nacional de Toxicología. Ahora, estos viajes podrían estar llegando a su fin.

El pasado 13 de octubre se suscribió el convenio de colaboración entre el Ministerio de Justicia y la Generalitat por el que a partir de ahora compartirán las pericias en casos de agresiones sexuales entre ambos departamentos. «Es el primer paso para que el IML vuelva a recuperar todo su potencial», explica a Levante-EMV Vicente Matías, director del ente. En concreto, en Valencia se podrá determinar la presencia o no de material genético en las muestras que reciban, y establecer así si su análisis es negativo o positivo.

«Que sea negativo no significa que no haya habido delito, sino que en las muestras que se están analizando no se ha dejado rastro de ADN», detalla Matías. «Las que sí contengan restos genéticos, serán enviadas a Barcelona», añade. Por tanto, el Instituto valenciano se limitará a la fase «preliminar», en la que se observa si hay material con el que trabajar o no. «Algo es algo», sentencia el director.

La noticia ha llegado al laboratorio de genética con cierta suspicacia. Sus trabajadores hace años que reclaman que se les conceda la acreditación, un requisito que se demanda desde que en 2007 se implantó la nueva ley de bases de datos de uso forense. «Durante unos años estuvimos funcionando con otras certificaciones, pero en 2010 aproximadamente ya nos quedamos fuera del campo penal», aclara Matías. Los médicos genetistas que trabajan allí piden que se aceleren los procesos, aprovechando el cambio político en las instituciones valencianas. ¿Qué es lo que falta para conseguir la acreditación? Parece ser que es una cuestión de voluntad y dinero. «Hay que tener en vigor todos los contratos de mantenimiento de las máquinas y cumplir con unos protocolos concretos», detalla Matías.

Recuperar el esplendor

«Este laboratorio fue el segundo de España en implantar la técnica del cromosoma Y en los procesos de agresiones sexuales», recuerda con una mezcla de pena e impotencia Mercedes Aler, una de las impulsoras de departamento del IML. La médica, junto al forense Manuel Vázquez, enseña los pasos que sigue una prueba hasta que finaliza su análisis genético. Muestran las cajas apiladas de antiguos casos de agresiones sexuales, que contienen ropa interior o cualquier otro elemento que sirviera en la investigación. «Me han llegado a traer botellas de vidrio rotas, ladrillos o incluso tapas de alcantarilla», cuenta Aler. El objetivo es encontrar saliva, semen, sangre, sudor u orina. Ahora, esas cajas permanecen ahí como recordatorio de lo que un día fue ese laboratorio y de lo que puede volver a ser.

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