En este barrio histórico hay una calle estrecha y corta. No es significativa. Se trata de una calle sin aceras, lo que en el argot urbanístico se conoce como ´plataforma única´. Si vienes de la calle Corona, la calle del Mesón de Morella „ así se llama nuestra protagonista„, conecta la calle Alta con la Baja. Es decir, es un atajo. Siguiendo este sentido, en su entrada, donde se ensancha, hay una concurrida frutería-verdulería. Más adelante, a izquierda y derecha encontramos un garaje privado de un edificio de viviendas, tres tiendas, dos edificios públicos, dos bocacalles y un solar usado también como aparcamiento particular. Durante todo el día, en especial por la mañana, el tráfico de paso es incesante, sin tregua para el viandante que incomodado, se ve obligado literalmente a arrimarse a las paredes. Lo sorprendente es que al comienzo de esta calle, una visible señal vertical prohíbe la circulación rodada con dos excepciones: carga-descarga y autorizados. Es decir, ¡a la calle se la supone peatonal! A pesar de la advertencia, el peatón se ve desamparado. ¿Por qué esta permisividad? Ante esta contradicción, o nos ahorramos la señal o yo soy peatonal.