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El cielo en la tierra de las «personas no humanas»

Alberto y Laura rescatan de la industria cárnica a animales de granja en su «santuario» de Enguera

El veganismo más militante no entiende, sin embargo, de menús saludables ni de equilibrio en la mesa. «El vegetarianismo pone el foco en mí y el veganismo lo pone en los otros, en no perjudicar. Hay muchos veganos a los que su salud les importa un pito». Alberto representa la parte activista de esta opción de vida que da un paso más allá y, no solo no perjudica a los animales evitando su consumo o a la industria que los explota sino que, además, intenta rescatarlos del negro futuro que les espera en el matadero.

Alberto regenta junto a Laura un santuario animal enclavado en Enguera, Compasión Animal. Un oasis para más de 200 animales -«215 la última vez que los conté»- que no solo recuperan un futuro negado por la industria cárnica sino una vida «para disfrutarla». «Al traerlos aquí les damos mucho más que unos cuidados. Queremos que gocen un poco de las ventajas reservadas a los humanos como los cuidados veterinarios y espacio, más allá de lo que cualquier persona entendería por necesario», relata Alberto.

Su viaje hasta levantar Compasión Animal llega por una evolución lógica desde el activismo animal. «Laura y yo nos conocimos hace cinco años y medio, y hacía 10 que cada uno era ya vegano. Nuestras ideas eran similares y queríamos hacer proyectos mientras ayudábamos en el rescate de animales, siempre domésticos. El caso es que siempre hay animales que no te vas a encontrar con ellos y el 99 % del sufrimiento animal está en las granjas. De ahí entendimos que la herramienta para rescatar era crear el santuario», explica.

Las historias de los animales «salvados» son diversas y, en muchas ocasiones, tienen detrás accidentes o desgracias naturales, como la de Moisés, un ternero que encontraron en un lodazal en la riada del Ebro o dos cerdos «de un camión que volcó en la Rioja o 59 gallinas de otro que volcó en León. Fue un rescate muy sonado porque se salvó a 314 gallinas», relata Alberto. Junto a ellos viven en Compasión Animal, 39 ovejas y cabras, 13 cerdos, dos caballos y dos burros.

El objetivo, y en el que están trabajando ahora Alberto y Laura, es abrir el santuario a las visitas y explotar el «poder de concienciación» que tiene «hablar de sufrimiento animal no viendo un vídeo sino mientras acaricias a un cordero. Aquí puedes mirar a los animales a los ojos y ver que hay alguien ahí», asegura. De hecho, hablan de ellos como «personas no humanas, porque como todos, tienen una personalidad».

Esta pareja ejemplifica l0 que, en puridad, significa ser vegano y «militante. Y en ese siempre he sido un poco polémico. Tú puedes ser vegano y amar mucho a los animales pero si no lo llevas a la práctica para mí te falta algo».

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