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Reportaje

Los niños de la polio saltan el muro

Un valenciano con secuelas de la infección propagada por negligencia del franquismo publica la primera novela sobre las vivencias de aquellos pequeños enfermos recluidos en el sanatorio aislado de la Malvarrosa - «Pedimos atención, seguimos aquí», clama el autor

Los niños de la polio saltan el muro

Había un muro que rodeaba el sanatorio. Y dentro de él „aislados, como en cuarentena„ niños, niños, muchos niños. Con muletas, aparatos de hierro, escayola en las piernas. Todos sufrían la poliomielitis. La polio. Una enfermedad infecciosa infantil que afecta al sistema nervioso, que destruye las neuronas motoras y causa debilidad, atrofia y debilidad de músculos y la parálisis aguda de las extremidades. También mata al parar los pulmones y el diafragma. La epidemia de polio se frenaba con una simple vacuna descubierta en 1956. Pero el franquismo, con una grave negligencia para ocultar una epidemia digna de país tercermundista, permitió su contagio masivo al no incorporar la vacuna hasta 1964. El resultado fue 14.693 niños afectados con poliomielitis paralítica. Fallecieron 1.907. Según los estudios, 12.000 casos y 1.600 muertes se hubieran evitado con la vacuna.

La mayoría de aquellos niños de la polio pertenecían a la generación nacida entre 1955 y 1963. Hoy tienen entre 52 y 60 años y son enfermos olvidados con secuelas más o menos graves que salpican cada rincón de España. A romper ese olvido ha dedicado José Vicente García Torrijos la primera novela, Sueños de escayola (Carena Editors) que aborda aquella gran epidemia en blanco y negro desde el punto de vista del niño enfermo de polio que él mismo fue.

Dice Pablo, el protagonista de la novela: «Cogido de sor Manuela, entré por primera vez en aquella habitación repleta de estrechas y blancas camas de hierro dispuestas en dos grandes filas a ambos lados del inacabable dormitorio», mientras por la sala del sanatorio de la Malvarrosa veía a «muchachos que correteaban pesadamente de un lado a otro entre golpeteos de muletas y rechinar de hierros».

Ese recuerdo no se ha borrado de la mente de García Torrijos. Nacido en Madrid, se infectó de polio con sólo 22 meses, en el año 1961. Pasó dos meses ingresado en el Hospital del Niño Jesús de Madrid. Rehabilitación, curas, visitas médicas. «Cada día, hasta los 4 años, tenía que coger hasta tres medios de transporte para llegar al hospital. Era un calvario», rememora. La familia se preocupó por su estado. Y al enterarse de que en Valencia había un buen especialista en poliomielitis „don Álvaro López„ , se trasladaron a vivir a Mislata.

En el sanatorio de la Malvarrosa lo operaron por primera vez. Las visitas a la consulta eran continuas, los problemas no terminaban. Y así, un buen día, lo llevaron a ingresar al sanatorio. Un año pasó „desde los diez hasta los once„ entre aquellas estancias sanitarias abarrotadas de niños. Y circundadas por un muro. «Soledad, tristeza, sentimiento de separación», evoca ahora el autor de esta novela tan autobiográfica. El libro rebosa de aventuras de niños, de sentimientos contrapuestos, de vivencias de superación, de amistad y esperanza. También supura el «amargor de la soledad». Del casi indescriptible sentimiento de ver los jueves a tu padre traer la ropa limpia y los domingos por la tarde recibir la visita de la familia, a aquella Nochebuena pasada entre niños enfermos y monjas enfermeras, con el televisor escupiendo nostalgia navideña en forma de anuncios con inalcanzables juguetes.

Al cabo de un año, José Vicente salió del sanatorio. Por fin dejaba atrás aquel muro, tan presente en su infancia y en su novela. «Nunca sabías si era para separarnos del mundo o para protegernos de él», apostilla. Aquel ingreso trastocó su vida: perdió un curso y aceleró su salida escolar. Tras una vida «normal», a los 25 años la pierna dejó de funcionar. Se le ha quedado la cojera de una pierna, la derecha, más delgada y corta. Hace diez años que lleva bastón. «El médico me dice que tengo 56 años y un cuerpo de 75». Es la lucha de la Asociación Afectados de Polio y Síndrome Post-Polio. «Pedimos atención. Seguimos estando aquí», clama. El muro del franquismo los escondió. Ahora, con esta novela, aquellos niños con hierros y escayolas intentan saltar el muro del olvido.

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