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Veganismo

Recuperar la empatía perdida con los animales

Ser vegano no es solo dejar de comer y de usar productos de origen animal, es comprometerse con un estilo de vida en el que confluye el activismo y la alimentación saludable

Recuperar la empatía perdida con los animales

«Lo que tienes en el plato y te vas a comer es alguien, no algo». La frase es uno de los mantras del movimiento vegano que va un paso más allá del conocido y extendido vegetarianismo para introducir la variable ética de respeto a los animales como seres conscientes y «sintientes». Más allá de comer en verde, la ola vegana introduce toda una serie de elementos de lucha contra la explotación de los animales que ya es una opción relevante en Europa.

Ser vegano significa no comer nada de origen animal -por supuesto ni carne ni pescado- pero tampoco aquellos productos que estén relacionados de algún modo con el uso o explotación animal como los huevos, los lácteos e incluso la miel. La parte ética se impone a la alimentación para centrarse en el otro y en cómo nuestro paso por el mundo debe ser lo menos perjudicial para el entorno. «Es una opción de vida en la que eres consciente de lo que consumes, más allá de la alimentación. No compras nada de origen animal y eliges a qué empresas apoyas», explica José, que regenta una tienda vegana y con productos ecológicos en el corazón del barrio de Russafa, Respetarte.

El planteamiento ético es claro: «si tú tienes un perro o un gato sabes que pueden sentir alegría, dolor, angustia? está demostrado. Si es un animal doméstico, lo sabemos. Pues es igual para el resto de animales, hay que abrir la visión». Para José, la sociedad ha perdido algo muy importante, con lo que nacemos y que es crucial para los integrantes de este colectivo: la empatía. «Hay un documental con este nombre que lo veo muy acertado porque la empatía es algo que se ha ido perdiendo y nos hemos ido desconectando de la naturaleza», añade.

Tanto él como Mónica, con la que comparte vida y negocio, llegaron al veganismo a partir de una dieta vegetariana y una conciencia clara de que sí había alternativas. «En mi caso cuando ves esa realidad y te das cuenta de que no quieres colaborar más „con las industrias y con la explotación animal„ estás en éxtasis y quieres que tu entorno reaccione igual aunque en ese sentido somos respetuosos aunque quieres lo mejor para aquellos a los que quieres», reconoce Mónica.

Ambos entienden que la parte ética debe estar fuertemente presente en su compromiso vegano pero que tampoco se debe olvidar la parte nutricional. «No voy a hacer daño a nadie pero te lo estás haciendo a ti? No tiene sentido. Comer todo el día patatas fritas y cerveza también es vegano pero no es saludable».

Partiendo de esa base, en su tienda ofrecen productos ecológicos y de kilómetro cero para una clientela de los más variada. «Realmente el tanto por ciento de veganos no es el mayoritario. Aquí hay productos buenos para intolerantes, para diabéticos? Lo mismo viene gente del barrio que veganos extranjeros que nos han encontrado a través de la redes y que están de turismo», explican.

En Valencia la opción del veganismo es todavía tímida aunque se está visibilizando, sobre todo, gracias a estos comercios que aúnan la filosofía vegana, la alimentación saludable y la agricultura ecológica en espacios abiertos a todos.

El mismo tipo de clientela variada y preocupada por su alimentación de Respetarte es la que frecuenta el restaurante Miobio, también en Russafa y que regentan Emanuela y Sergio. Ellos llegaron al veganismo también tras una etapa vegetariana, principalmente, por la preocupación de su salud. En concreto, Sergio se hizo vegetariano con 20 años por una cuestión física. «Yo hacía artes marciales e incluso competía y tenía un preparador que me habló del vegetarianismo y lo apliqué durante dos décadas. Cuando conocí a Emanuela, ella me habló del veganismo», explica Sergio que puntualiza que respetan y comparten la parte ética de ser vegano pero hacen hincapié en el veganismo saludable.

«Es una opción personal en la que excluimos también los alimentos procesados, aunque sean veganos. Es una gran responsabilidad con tu cuerpo porque todos los días tienes que mirar qué comes», añade Sergio.

Los dos, a través del ejemplo del restaurante y de las charlas y cursos que organizan quieren transmitir los beneficios de este estilo de vida y acabar con mitos como que comer solo verduras y legumbres es aburrido. «Primero tenemos que aprender a cocinarlos. Todo el mundo puede apasionarse con las verduras, incluso los niños, si están bien cocinadas», asegura Emanuela que resalta la importancia del equilibrio en los menús y del sabor.

Para ellos, el cambio es fácil siempre y cuando «conozcas las alternativas. Viene mucha gente con problemas de intolerancias, trastornos del sueño? y desconocen que tienen todo un mundo por descubrir y que su alimentación no tiene por qué ser aburrida ni limitada», asegura Emanuela que se ha volcado en la parte de la «alquimia de la cocina» para abrir mentes y ofrecer recursos porque, a su entender, hay «mucha información sobre la parte filosófica» de la corriente vegana «pero poca sobre cocina y cómo hacerlo cómodo y fácil». Tanto ellos como José y Mónica consideran que en Valencia se están dando «pasos» pero que aún queda mucho por hacer.

Para José, el veganismo es una forma de dejar tu huella en el planeta: «cambiar el mundo es utópico pero puedes cambiar tu entorno».

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