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«Intolerancia» cumple 100 años

Cuando Griffith fundó Hollywood

La revista académica «EU-topías», coordinada en este número por el profesor de la UV Manuel de la Fuente, dedica un monográfico a la película - «Aún hoy está entre las dos grandes superproducciones de la historia», apunta el investigador

Cuando Griffith fundó Hollywood

Quienes abordan su figura hoy día dibujan el perfil de un director megalómano, dispuesto a rodar diez o quince veces el metraje necesario para su obra sin reparar en ningún tipo de gasto. También apuntan a un hombre tradicional, sureño, de derechas y «tan racista como buena parte de la sociedad americana», herido por los dardos que se llevó su primer largometraje, El nacimiento de una nación, en el que ensalzaba al Ku Klux Klan. Por último, falta el epíteto de genio, ligado a una afirmación extendida, que liga a David Wark Griffith (Kentucky, 1875) con la fundación del cine moderno.

«Él instauró el canon con esta película, que abarca dos mil años de historia, y además aún hoy es una de las dos superproducciones más caras de la historia del cine», resume Manuel de la Fuente, profesor de la Universitat de València que se ha encargado de reunir en la publicación académica EU-topías a algunos de los mayores expertos en la figura del cineasta para tejer un monográfico que acometa al autor y su obra cumbre, Intolerancia, ahora que cumple un siglo desde su estreno. Estudiosos como Paolo Chechi Usai, una de las mayores instituciones del mundo en cine mudo, o el profesor de la UJI Javier Marzal, una autoridad en España a la hora de hablar del cineasta, aportan su punto de vista en este dossier.

«Antes de sus dos grandes obras había dirigido como 460 cortometrajes en cinco años, una locura; y adaptaba obras de Dickens o de Zola, captando la atención de la burguesía biempensante», describe Marzal. Griffith había llegado al cine en el momento que este iba a suplantar al teatro como gran espectáculo de masas y él iba a contribuir a la causa. Primero con El nacimiento de una nación, en la que narra los acontecimientos más importantes en la corta historia de su país, y que acaba con esa apología del Ku Klux Klan que le condenó ante buena parte de la sociedad.

«Era un hombre sureño y quedó muy marcado por las críticas. No era más racista que mucha gente de su propia sociedad. El caso es que hizo Intolerancia para desquitarse», relata Marzal, «y para denunciar la intolerancia que él sufrió tras esa película», aporta De la Fuente. Lo que iba a ser una historia lineal, titulada La madre y la ley, sobre la represión policial en las huelgas de 1912, se convirtió entonces un políptico que comprendió tres capítulos históricos más: la caída de Babilonia, la Pasión de Cristo y la matanza de los hugonotes en París en la Noche de San Bartolomé.

«La producción atrajo a Wall Street», explica Marzal. Sin límite de presupuesto y con el beneplácito de los bancos, Griffith montó un superespectáculo que está en los orígenes del modelo de negocio que hoy es Hollywood. Todos se sumaron a Intolerancia antes de verla. Después, fue un fracaso. «Relativo», matiza De la Fuente. «Estrepitoso», sentencia Marzal. «La gente no estaba preparada para aquello», dice el profesor de la UJI. Otro genio fuera tiempo aunque, al menos, en caso del norteamericano había fraguado la idea de que, en efecto, era un genio. «Sobornaba a los periodistas para que difundieran esta opinión», cuenta De la Fuente. Maestro de casi todo en el cine, Griffith dejó también algunas lecciones básicas de marketing.

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