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Enfrentamiento ayuntamiento-vicentinos

La excavación tensa el inicio de las obras en la Roqueta

El ayuntamiento prioriza la consolidación de la estructura y los vicentinos exigen una investigación más profunda

La excavación tensa el inicio de las obras en la Roqueta

Después de treinta años esperando la rehabilitación del Monasterio de San Vicente de la Roqueta, las obras han comenzado con polémica e incluso amenaza de paralización por parte de las asociaciones vicentinas. El punto de discordia es la excavación arqueológica que debe acompañar a esas obras, insuficiente para los devotos del mártir y la única posible para los responsables municipales.

De lo que no hay ninguna duda, según los máximos expertos en la materia, es de que en el suelo del monasterio, situado en la calle San Vicente, a escasos metros de la Plaza de España, puede estar el enterramiento de San Vicente Mártir, fechado en los albores del siglo IV, y del templo constantiniano construido en el lugar. Hay muchos elementos que así lo indican, pero sobre todo el sarcófago de plomo que se encontró en unas excavaciones realizadas en los años 80, sarcófago fechado en la misma época que fue martirizado San Vicente.

Así pues, en el debe de la cultura valenciana y de la historia de la ciudad está una excavación que saque a la luz todos esos restos, que son también el origen del Cristianismo en esta tierra. En aquella de los años 80 no pudo acabarse el trabajo porque, literalmente, el edificio se les venía encima. Pero ahora, aprovechando los trabajos de consolidación estructural del monasterio, se presenta una nueva oportunidad a la que, por otra parte, la ley obliga, pues se trata de un Bien de Interés Cultural (BIC).

La cuestión es qué excavación hay que hacer, hasta dónde hay que profundizar y priorizando qué. Y ahí ha venido el enfrentamiento entre el ayuntamiento y las entidades vicentinas. Para el equipo de gobierno municipal, lo prioritario es salvar el monumento. El tripartito heredó del PP este proyecto de consolidación estructural y una dotación económica procedente del Plan Confianza de la Generalitat. Y después de 30 años de espera no se puede dejar pasar esa oportunidad, opina Vicent Sarrià, concejal de Urbanismo del Ayuntamiento de Valencia y responsable del proyecto.

Eso no significa que la excavación no se haga. Se hará y se hará de acuerdo con las exigencias legales, concretamente una excavación de un metro de profundidad, con catas en paredes y cimentaciones, y una investigación más profunda en el exterior del edificio, en plena calle San Vicente, pues el monasterio fue mutilado y podrían aparecer restos de construcciones pretéritas.

El dinero da para lo que da y la excavación más profunda puede hacerse después, aunque eso obligue a levantar el suelo, explica Sarrià.

Los vicentinos, sin embargo, temen que una vez puesto el suelo, se dé carpetazo al caso. Francisca Llosa, presidenta de la Asociación Valencia Cultural-Vía Augusta y Camino de San Vicente Mártir, cree, sin vacilaciones, que «éste es el momento».

Primeros desencuentros

Así se lo han hecho saber al Ayuntamiento de Valencia mediante dos escritos diferentes, uno de la propia asociación y otro firmado por hasta 25 entidades vicentinas. «Entendemos „dicen„ que el proyecto es el que es, pero nosotros preferimos que el dinero se destine a la excavación y luego se ponga el suelo y se arregle la planta baja, que es donde está la portada románica. Lo de arriba se podría hacer en otra tanda», precisa.

Francisca Llosa está convencida de que «si se pone el suelo, adiós». Y a eso no están dispuestos, «porque es una cosa demasiado importante para taparlo». Tanto es así, que ya se han unido todas las entidades para intentar parar la obra. Quieren una modificación del proyecto o lo impugnarán política, social y judicialmente. Su portavoz, Vicente Moreno, cree que existe una legislación superior que obliga a garantizar unos trabajos arqueológicos antes de cerrar la obra.

El próximo martes tienen prevista una reunión con los técnicos municipales para hablar de este asunto y ahí se tomarán decisiones. Pero, desde luego, después de 30 años esperando la entrada de los obreros, ese histórico momento se está viendo enturbiado por la polémica de la excavación.

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