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A la espera de los refugiados

La solidaridad que despertó Aylan

La Orquesta de Valencia da un concierto a los refugiados como instrumento de inserción en la sociedad

La solidaridad que despertó Aylan

Se llamaba Aylan Kurdi. Tenía 3 años y la imagen de su pequeño cadáver inerte, boca abajo, en una playa de Turquía dio la vuelta al mundo y despertó las conciencias de una sociedad europea que, en ese momento, reaccionó de inmediato ante la crisis humanitaria de Siria, un conflicto que comenzó en 2011 y que acumula más de 250.000 muertos y 11 millones de desplazados. Vestido, calzado... el pequeño Aylan podía ser el hijo, el sobrino, el primo, el vecino de cualquiera. La sociedad se quitó la venda de los ojos y exigió soluciones, aportó recursos, se manifestó en la calle. Se llenaron plazas, se colapsaron los teléfonos de ONG y ayuntamientos... Se ofrecieron pisos, ropa, calzado, mantas, dinero. Habitaciones en pisos familiares, kilos de comida.

Una semana después de la muerte de Aylan (2 de septiembre), la Comisión Europea trasladó a los estados miembros una propuesta para reubicar a 120.000 solicitantes de asilo llegados a Italia, Grecia y Hungría y que, junto a otros 40.000 ya propuestos hacía cuatro meses, se distribuirían entre los países de la UE. A España le correspondían 17.680 refugiados procedentes de Siria y otros países en conflicto. Hubo críticas, escritos y reacciones inmediatas. La cantidad parecía insuficiente, tanto para Europa como para España, habida cuenta de que solo en 2015 más de 1 millón de personas llegaron a las costas europeas huyendo del horror. Cada día llegan a Grecia una media de 2.200 personas.

Mientras los estados miembros discutían las cuotas de refugiados ante la indignación ciudadana, ésta se preparaba para la llegada masiva de los mismos. La Comunitat Valenciana dio el do de pecho.

El Consell ya había elaborado, en verano de 2015, un plan de actuación de respuesta urgente y de emergencia para las personas demandantes de asilo, ante la crisis humanitaria de Siria. Por ello, en septiembre, ya tenían parte del camino andado y la respuesta administrativa ante la exigencia ciudadana fue inmediata. Dos días después de la imagen del niño muerto que despertó al mundo, la vicepresidenta Mónica Oltra anunció 300 plazas disponibles para refugiados y una partida económica inicial de 620.000 euros. A partir de ahí todo fue sumar recursos, incluida la propuesta de fletar un barco para evacuar refugiados desde la misma isla de Lesbos (Grecia), dirección a la Comunitat Valenciana. La embarcación tenía capacidad para 1.200 personas y 105 vehículos. Y coste cero para las arcas públicas. No pudo ser.

Centralizado en el ministerio

El Gobierno explicó que la reubicación y reasentamiento de la cuota que debe asumir España debe ser coordinada por el ministerio y por los países europeos. Las comunidades y las ONG no pueden actuar por libre. Así funciona. Sin embargo, de la llegada masiva que se esperaba para los meses de octubre a diciembre nada se sabe.

En el mes de noviembre España ofreció 50 plazas de acogida para el primer proyecto piloto de reubicación de estos 160.000 refugiados que Europa debe acoger en dos años. Iban a llegar 19, pero la realidad fue que el primer contingente de refugiados a España fue de 12 personas (11 eritreos y un sirio). Ninguno vino a la Comunitat Valenciana.

El 2016 comenzó con más imágenes de un drama humanitario que parece no tener fin. Diferentes rostros en la misma situación: miles de personas hacinadas en las fronteras de Europa, cada vez más vigiladas y con más concertinas.

La sociedad valenciana no ha parado de reunir recursos para los refugiados que no llegan. Solo el Consell dispone de 96 pisos, 192 habitaciones en domicilios particulares y más de 600 plazas en albergues. 133 municipios se han adherido a la Red de municipios acogedores. Todo ello, aparte de los recursos que han conseguido las ONG, las entidades como la asociación Hispano Siria de Valencia, la plataforma Valencia Ciudad Refugio, las universidades e incluso el colegio profesional de Médicos. Todo está preparado para la llegada de unos refugiados que siguen hacinados en las fronteras de Europa, ante la pasividad de los estados europeos y la indignación de una sociedad que se avergüenza de la gestión de sus gobernantes ante la mayor crisis humanitaria desde la II Guerra Mundial.

Ahora bien, las ONG que trabajan en la acogida en España —Cruz Roja, CEAR y Accem— explican que los refugiados sí llegan, todos los días, a la Comunitat Valenciana. Sin embargo, lo hacen de forma individual, con sus dramas a cuestas, para seguir el mismo procedimiento que el resto de solicitantes de asilo. Y explican: «Refugiados llegan todos los días. Nosotros los atendemos en primera instancia y los acompañamos para solicitar la entrevista con la que pedirán la solicitud de asilo y de plaza de acogida. Luego, el expediente pasa al ministerio y desde allí resuelven a qué plaza de acogida los envían, de las diferentes que tenemos estas tres ONG por toda España. Eso sí, obtener la protección internacional es un proceso que puede durar años», añaden.

Por ello, de momento, tanto las ONG como las plataformas ciudadanas como Valencia Ciudad Refugio destinan parte de los bienes reunidos para los «refugiados que ya están aquí», mientras siguen trabajando en conseguir más y más recursos.

El concejal de Cooperación del Ayuntamiento de Valencia, Roberto Jaramillo, puntualiza: «Los recursos que conseguimos para los refugiados no implica la reducción de otras ayudas también necesarias para paliar los desahucios o el desempleo. Son políticas diferentes y todas tienen cabida y son necesarias».

Reubicación y reasentamiento

Desde CEAR, además, explican la diferencia entre la reubicación y el reasentamiento de los refugiados que esperan en las fronteras europeas. «La reubicación se realiza según el reparto de las cuotas. España debe asumir, de entrada, a 9.323 refugiados en dos años, pero han llegado 12. Se trata de personas que no han sido registradas en los puestos fronterizos. El reasentamiento se centra en las personas que están en los campos de refugiados. España debe acoger a 1.449», asegura el coordinador de CEAR, Jaume Durà.

Es más, para Durà la «parálisis» europea radica en la «nefasta» gestión de los centros de identificación o detección, los lugares donde se debe registrar a los refugiados y explicarles sus opciones de futuro. «Debería haber 11 centros de detección en funcionamiento, entre Grecia e Italia, pero solo hay dos. La reubicación se tiene que llevar a cabo desde estos centros», asegura.

En teoría, los refugiados que lleguen por la reubicación o el reasentamiento lo harán ya con la solicitud de asilo tramitada pero, en la práctica, según la responsable territorial de Accem, Marta Albiol, «ni tan siquiera sabemos con qué documentación llegarán».

La imagen de miles de personas en condiciones infrahumanas que atraviesan kilómetros y kilómetros, cargados con sus niños y con sus escasas pertenencias es una constante. Siguen su camino hacia Europa tras haber burlado a la muerte en el mar. Más de 76.000 personas han llegado a las costas europeas durante las seis primeras semanas de 2016. La fotografía de Aylan Kurdi se repite a diario.

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