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La alianza se consolida

Ópera de cine, un fenómeno de masas

Trescientos espectadores se reunieron hace dos semanas en ABC Park para ver en directo «Il trovatore» desde París, y no es una excepción

Sala del ABC Park en antes de la emisión de «Il trovatore». fernando bustamante

Hay, para ser un jueves a media tarde, más agitación de lo habitual frente a los cines de la calle Lauria. Una acomodadora reparte libretos a la entrada de una de las salas subterráneas del ABC Park, donde la cola, de una media de edad elevada, fluye sin alboroto. Dentro la pantalla muestra la Ópera Nacional de París en los instantes previos a la representación de Il trovatore.

Desde la distribuidora del evento, retransmitido en directo, han informado de que la proyección va a congregar a millares de personas en ochenta salas españolas y que incluso se han agotado las entradas en cuatro cines en la capital francesa. En la multisala valenciana han augurado un lleno absoluto para ver este Verdi en manos de La fura dels Baus. Cinco minutos antes de los primeros acordes, toman cuerpo las expectativas: la sala presenta una imagen que en los últimos meses acaso han logrado Star Wars u Ocho apellidos catalanes.

Antes del descanso se constata un hecho curioso de este fenómeno: mientras el público de París aplaude rabiosamente a la soprano Anna Netrebko, el cine permanece en silencio. «Es posible que sea porque es una situación nueva y actúas como en una película», comenta Mercedes durante un entreacto en el que se reparten botellines de agua y porciones de pizza. Ella ha venido al cine junto a Palmira, Santi y un tercer compañero que deambula entre las mesas de aperitivos.

«La primera que vimos fue La flauta mágica, aquí mismo», cuenta Palmira, quien se congratula de los subtítulos en pantalla. La pequeña expedición apunta que su acercamiento a la ópera ha sido a través de la gran pantalla. La razón es económica: la proyección de hoy, por ser directo, vale16 euros. Santi aprovecha para llamar la atención a los gestores culturales: «No es posible que el Palau de les Arts sea para privilegiados que puedan pagar 120 euros. La ópera debe ser popularizada». Le asiste Palmira: «El éxito demuestra que si los precios fueran razonables iríamos a verla en directo».

En otro pequeño sanedrín comentan la función Rafael y Miguel, ya jubilados y con mayor recorrido como espectadores de ópera. Miguel es abonado a Les Arts y Rafael lo ha sido hasta este curso. «En el cine ves los primeros planos, detalles que te acercan a la interpretación completa», reseña Rafael, que ha pasado por todas las salas de la ciudad en busca de las mayores producciones del planeta. «El año pasado estaba el cine a mitad o menos. Ahora la gente se está volcando», apunta como testigo de este boom en la ciudad. «Es un complemento al directo, más frío pero con más detalles», matiza su compañero. Agotado el tentempié, el desenlace de Il trovatore espera a un público que, al final, también se guardará el aplauso.

«Esto no es una moda»

Detrás del fenómeno hay empresas como Rising Alternative, distribuidora que nutre de ópera a los ABC en Valencia y a 120 espacios más en España, en un proyecto que nació «gracias a la digitalización de las salas», explica su fundador Giovanni Cozzi. Desde esta empresa trabajan con quince teatros y festivales de toda Europa, más la Ópera de San Francisco. La programación se surte también en diferido aunque es en los directos donde, caso de Valencia, apuntan que llegan a los 300 o 400 espectadores. «Es un fenómeno estable, no una moda», remarca Cozzi, quien aporta que su tarea también cosiste en asesorar a los exhibidores: «Suelen ser grandes expertos en cine pero no en ópera; por eso tenemos entre nosotros gente de ese mundo que selecciona la programación».

La consolidación del negocio queda patente en la competencia por los contenidos: empresas distribuidoras y cadenas de cine tratan de llegar a acuerdos de exclusividad con teatros y el pastel queda bastante repartido. En Valencia existe Versión Digital desde 2010, distribuidora nacida de Proyecson, compañía de equipamiento para las salas. Ellos facilitan las doce producciones en directo del Covent Garden a los cines Lys y apuntan que en el Día Internacional de la Ópera de 2014 reunieron a 1.500 espectadores para ver un Nabucco con Plácido Domingo. «Es un contenido que funciona muy bien entre semana», señala el director de la compañía, Carlos Carbó, que abunda en cifras: «En 2011 la Royal Opera House comenzó a retransmitir en 700 cines de 35 países; hoy lo hace en más de 1.500 salas de más de 60 países». En Versión Digital no solo trabajan con Londres y, de hecho, han sido los primeros en emitir contenidos „en diferido„ del coliseo valenciano; el último, el Cyrano que encarnó el propio Domingo.

«El público es bastante sibarita y fiel: te piden que ajustes el volumen e incluso la temperatura. Es importante la interacción con ellos porque nosotros solo somos exhibidores. Nos conocemos, somos como de la familia», ahonda David Fernández, gerente de los Yelmo en Valencia, única sala donde se pueden ver las producciones del Metrolopolitan neoyorquino. Este es uno de los casos en que los cadenas exhibidoras, negocian directamente con los teatros. Otro es el de Kinépolis, que también emite la programación en directo de la ópera londinense. Boris Godunov será la próxima, en marzo.

«Lo que no vemos demasiado es gente joven», comentaban Palmira, Mercedes y Santi en su debate durante el descanso de Il trovatore. Bastaba una panorámica en el patio de butacas para cerciorarse de ello. La juventud es el último territorio por conquistar de una alianza que ha derrumbado casi todos los prejuicios.

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