El siguiente paso es agruparlos en patrullas. Si Disney tiene a Los Vengadores, Warner replica con Batman y Superman juntos, cuya película se estrena la próxima semana. En cualquier caso, bienaventurados los héroes de armadura, capa o máscara, pues suyo es el reino de Hollywood.
Así lo atestigua el investigador y profesor de la Universitat de València Celestino López, cuya tesis Las adaptaciones cinematográficas de cómics en Estados Unidos (1978-2014) ha sido calificada con sobresaliente cum laude. López lleva más de seis años revisando la filmografía norteamericana y, entre los alrededor de 170 títulos rescatados, ha encontrado buenas adaptaciones y malas películas y viceversa, versiones que pocos saben que parten de una historieta y, sobre todo, una gran invasión de los personajes de viñeta a la gran pantalla en el cambio de siglo.
El género de los superhéroes es solo uno de los seis que ha explorado el autor de la tesis, pero merece una atención especial por su auge en los últimos años. En este sentido, López apunta tres factores: las posibilidades que ofrece la realización digital, la «búsqueda de referentes sencillos para identificar una ideología» tras el 11-S y la llegada al control de las productoras de una nueva generación de ejecutivos. El profesor subraya este punto. «Sus referentes son distintos a los de los antiguos jerarcas de las multinacionales: estos han visto series y leído tebeos, y ahora tienen el poder de adaptarlos», argumenta López.
La combinación de las tres causas inicia un bucle difícil de detener: «Hollywood se ciñe a la premisa de explorar lo que da dinero y Los Vengadores recaudó en un mes el 500% de lo que había costado. ¿Qué empresa consigue eso?», se cuestiona el investigador, que señala a otro punto clave del negocio: las responsables de estas superproducciones tienen la mayor red de marketing del planeta. Las dos grandes editoras de cómic, DC y Marvel, se encuadran en los principales conglomerados multimedia, Warner y Disney respectivamente. Junto a Fox, la tercera en discordia, controlan la gran mayoría de medios de difusión y los utilizan para lograr el éxito en taquilla. «Con lo que sacan de esas superproducciones pueden pagar las estructuras que hay detrás», concluye López. Es decir, los héroes posibilitando títulos más laureados pero menos rentables.
Pero esta no es la primera era dorada de los enmascarados en el cine. Al principio fueron los seriales de los cuarenta: «Se escogía un personaje y se filmaban todos los capítulos en dos semanas. Después se proyectaban en las salas antes del largometraje de turno», cuenta López. Ahí cogieron vuelo personajes como el Capitán América, convertido en un «héroe desubicado», un curioso anacronismo, en las revisiones actuales.
De todos ellos, el que más recorrido ha tenido en pantalla es el murciélago. «Batman se adapta a todo, desde las versiones caricaturescas de los ochenta hasta las de Nolan», recuenta López, desembocando en la última tendencia en el cine de superhéroes: personajes más intrincados e historias más oscuras. Pero la última saga del caballero oscuro no fue la primera en cambiar de registro. Ese fue Blade, el vampiro que llegó al cine en 1998, según López, quien apunta a la primera película de los X-Men dirigida por Brian Singer como otro hito en el nuevo cine de superhéroes.
Así pues, los enmascarados se han convertido en punta de lanza de una industria que apunta con renovado interés hacia la viñeta. Siempre lo hizo, de algún modo, puesto que como recuerda López una de las primeras películas de los Lumier fue la adaptación de El regador regado (1895), una tira cómica. «Existe una bonita frase respecto a Hollywood que dice que abundan las adaptaciones porque se ha secado la imaginación. Lo cierto es que desde que existe el cine más de la mitad de las películas son adaptaciones», sentencia el investigador.
