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Nueva mirada a Cataluña

El deshielo político avanza hacia el norte

La reciente visita de Puig a Barcelona, que Puigdemont devolverá; el frente común por el corredor mediterráneo y la financiación o la reciprocidad de las televisiones destensan la relación - La presión de los empresarios resulta clave

El deshielo político avanza hacia el norte

La normalidad empieza a abrirse camino en las relaciones políticas entre la Comunitat Valenciana y Cataluña tras años de bloqueo. El recelo hacia el vecino del norte de la derecha gobernante durante dos décadas y el temor de buena parte de la izquierda, ahora en el Consell, a dar alas a un conflicto identitario siempre latente convirtió la coexistencia entre gobiernos en un camino de espinas sobre los restos de una batalla que alumbró incluso una forma de hacer política: el anticatalanismo.

Pero el deshielo ya ha comenzado y en el primer año de gobierno de PSPV y Compromís empiezan a evidenciarse gestos que apuntan hacia la normalidad institucional, pese al proceso soberanista que se abre paso al norte.

La reciente visita del jefe del Consell, Ximo Puig, a Barcelona; su comparecencia conjunta con el presidente catalán, Carles Puigdemont, la de varios consellers como María José Salvador o Manuel Alcaraz; el anuncio de que el propio Puigdemont devolverá visita a Valencia en tren para denunciar el colapso del corredor Mediterráneo, el frente común por esa infraestructura crucial; el acercamiento por la financiación o el pacto para la reciprocidad entre las televisiones valenciana y catalana apuntan en esa dirección.

Por eso, normalidad es la palabra que más se escucha en el Palau de la Generalitat ante la pregunta sobre la relación con Cataluña. Una decisión política de acercamiento, más pragmática que ideológica, que el Consell asume a partir de los encuentros con empresarios valencianos, que trasladan la necesidad de atender al primer socio comercial de la Comunitat Valenciana, que no es otro que Cataluña, y dos temores íntimamente unidos: el de la incertidumbre que provoca el proceso independentista y también el temor que causa en el empresariado valenciano la gestión del Gobierno de Mariano Rajoy, que parece haber liquidado las vías de diálogo para solucionar el conflicto con Cataluña..

Así, el acercamiento a un territorio unido por grandes lazos históricos, culturales y lingüísticos tiene un fuerte componente económico, admiten fuentes cercanas a Puig. Cataluña es el principal cliente y proveedor comercial y los valencianos venden bienes y servicios por valor de 4.361 millones anuales, casi el doble que a Madrid, 2.606 millones. Además, el territorio valenciano es el cuarto en volumen de exportaciones para Cataluña, tras Francia, Aragón o Alemania, con 6.674 millones. Una relación comercial de ida y vuelta que supera los 11.000 millones.

Modelo de Estado

El segundo eje de la aproximación es más político y está relacionado con la idea que Puig tiene sobre el modelo de Estado, más cercana al federalismo, y donde el Consell se presenta como puente de concordia entre Madrid y Barcelona en un Estado federal que sustituya al autonómico.

Una vía de diálogo que pasa por evitar enfrentamientos, romper el hielo con Cataluña, superar estigmas y viejos complejos y que también busca facilitar que el Consell tenga visibilidad propia en temas de Estado, como el conflicto catalán. La apuesta dialogante contrapone, dicen en el Palau, a lo que consideran política de enfrentamiento por parte del PP. En Presidencia recuerdan la última visita del jefe del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, a Valencia en la que no se refirió ni a la financiación ni al corredor, pero jaleó el enfrentamiento entre la escuela concertada y el Consell.

El acercamiento se produce, además, en un momento en el que el Consell sólo recibe «portazos» desde Madrid a sus aspiraciones, especialmente por el retraso en abordar la reforma de la financiación, una cuestión central que ha llevado a Puig a apelar por carta al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ante la situación límite que vive el Consell, y a la que esta semana se ha referido en Valencia un cercano colaborador de Rajoy, el director de la Oficina Económica de La Moncloa, Álvaro Nadal. La mano derecha económica de Rajoy apuntó que a la Comunitat Valenciana no le conviene una alianza estratégica con Cataluña en el debate sobre el reparto del dinero. Nadal dejó caer en un encuentro con periodistas que Cataluña exige una relación bilateral con el Estado que rompa el modelo actual, por lo que un aumento de los fondos destinados a esta autonomía podría afectar a los que recibe la Comunitat Valenciana, que se sitúan muy por debajo de la media española. Según el Gobierno, la alianza entre valencianos y catalanes perjudicaría a los intereses de la Comunitat.

Sin embargo, el acercamiento del Consell a Cataluña y otras autonomías periféricas tiene que ver mucho con los desaires que perciben desde Madrid. El conseller de Hacienda, Vicent Soler, detecta una recentralización que recorta la autonomía política. No sólo en financiación. También en forma de recursos a la sanidad universal, la política del Consell con las diputaciones o las sentencias del Constitucional que impiden modificar partidas inversoras de los presupuestos del Estado o el portazo a legislar en derecho foral. «El Gobierno de España no lo está poniendo nada fácil a los valencianos», dice la consellera de Justicia, Gabriela Bravo.

Un muro, el de las elites centralistas, la incomprensión hacia los problemas valencianos y la dificultad de aceptar las diferencias de los territorios, con el que el propio Puig se ha encontrado también dentro de su partido tras plantear la lista conjunta de PSPV, Podemos y Compromís al Senado. Contra ese muro también choca en ocasiones el PPCV, los propios empresarios, ninguneados hasta el extremo por el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro; los sindicatos respecto a sus direcciones, e incluso Compromís con la dirección madrileña de Podemos.

Una forma de hacer política

Con todo, la fórmula de hacer oposición política a través de la denuncia de presuntas injerencias políticas por parte de Cataluña sigue presente en la política valenciana y muy activa en algunos sectores del PP y Ciudadanos. Las críticas al conseller Vicent Marzà, a quien reprochan la defensa de postulados catalanistas en la política, cultura o enseñanza son una muestra. El ex conseller Luis Santamaría, activo diputado del PP en este campo, alerta del «riesgo de expansión del pancatalanismo independentista». No es el único.

La fallas «catalanas» que una web institucional incluyó o la estelada que apareció en las torres de Serranos son las dos polémicas más recientes. Ciudadanos llegó a convocar una concentración ante el Palau de la Generalitat para exigir al Consell la defensa de los símbolos valencianos. A la protesta se sumó el delegado del Gobierno, Juan Carlos Moragues.

Hace unos días, el presidente catalán, Carles Puigdemont, recuperó el término Eurorregión, que alcanzó vigor en época del expresidente Pasqual Maragall. Lo hizo para reclamar el corredor. Además de a Ximo Puig, a la Eurorregión ha invitado a la presidenta balear, Francina Armengol, y a representantes de otros territorios. Puigdemont viajará en breve a Valencia en Euromed para denunciar el cuello de botella que suponen los 45 km de vía única en Vandellós.

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