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Valencia, un año después del 13j

Laica, peatonal y animalista... ... pero con frentes abiertos en la ZAL, Cabanyal y Parque Central

La ciudad ha dado pasos para favorecer la movilidad de los viandantes en el centro histórico, ha apostado por la participación ciudadana y la regeneración del Cabanyal, no sin dificultades - Las finanzas del consistorio han mejorado y siguen pendientes las infraestructuras

Laica, peatonal y animalista... ... pero con frentes abiertos en la ZAL, Cabanyal y Parque Central

De Concejalía de Circulación y Transportes a Movilidad Sostenible. El cambio de nomenclatura en la regidoria ya anunciaba, en junio de 2015, la metamorfosis que Compromís, PSPV y València en Comú iban a introducir en algunas de las áreas con mayor peso en el «cap i casal». Si en algo se ha notado la acción del gobierno tripartito es en el área de movilidad. Valencia ha dado grandes pasos para pacificar el tráfico en la ciudad y recuperar «espacios de calidad» para los viandantes, como le gusta repetir a su edil, Giuseppe Grezzi. Las medidas han sido de bajo coste ya que la economía del consistorio todavía no está para muchas fiestas. Mientras mejora la situación, el departamento de Grezzi ha optado por actuaciones «blandas», con el uso de pintura, maceteros y señales para delimitar las nuevas zonas. El «macetazo» bautizó la oposición. Puede que halla faltado mayor consenso a la hora de aplicar las recetas de movilidad, aunque experiencias similares en otras ciudades españolas han demostrado que del rechazo inicial de parte de la población, con el paso del tiempo se alcanza un alto grado de aceptación.

Grezzi comenzó limitando la velocidad máxima en el centro de la ciudad a 30 km/h, medida más que necesaria debido a las altas cifras de siniestralidad que registraba Valencia al cabo del año. Se ha optado por informar al conductor antes de multar, pero el periodo de adaptación ha terminado y los automovilistas deberán extremar su cuidado al volante. También se ha comenzado a bajar las motos de las aceras con cientos de plazas pintadas por toda la ciudad (especialmente en el centro histórico). El plan es ambicioso y ya se puede ver sus frutos.

Una medida más «estética» que efectiva ha sido la peatonalización de la plaza del Ayuntamiento el último domingo de cada mes, pero la ciudadanía ha acogido la medida con una respuesta, en algunos casos, entusiasta, llenándola en cada una de las actividades programadas. Además hay que recordar que el consistorio tumbó el «veto» del anterior ejecutivo del PP para poder manifestarse libremente en la plaza.

La medida más polémica fue la peatonalización de la Plaça del Mercat y el entorno de la Lonja, a lo que se opusieron los comerciantes del Mercado Central porque pedían retomar antes el aparcamiento paralizado de Brujas. Y eso hizo el gobierno de Joan Ribó, que ha desbloqueando el convenio con la Generalitat. Asumirá la deuda de 11 millones de euros, pero logrará la «paz social» en la zona con un estacionamiento que los expertos consideran que será «clave» para la peatonalización del centro. A principios de 2018 debería estar ya operativo.

Otro de los grandes hitos de la movilidad en la ciudad ha sido la peatonalización de la zona de la calle Serranos y Salvador. Tras ampliar el plan inicial por las demandas vecinales, el tráfico de vehículos no residentes se ha reducido un 75 por ciento en pocas semanas. Sin embargo, la medida está pendiente de instalar un circuito de cámaras para controlar el acceso. Cuando estén, a finales de año, el área adquirirá el anhelado carácter residencial.

Al equipo de Grezzi también le han llovido las críticas por el proceso de remodelación de las líneas de la EMT. Encabezadas por la Federación de Asociaciones de Vecinos de Valencia, creen que muchos de los cambios son innecesarios y perjudicarán a colectivos como el de la tercera edad. A pesar de los esfuerzos por comunicar la necesidad de hacer los cambios, todavía no han conseguido el aval de la ciudadanía. En todo caso, están en estudio.

Derogación y larga espera

Dos de las primeras decisiones que tomó el nuevo gobierno del tripartito en materia de urbanismo fueron la paralización de la revisión del Plan General de Ordenación Urbana que preveía un nuevo bocado a la huerta y derogar el plan de reforma (Pepri) del Cabanyal. La rapidez con la que se anuló el plan urbanístico de la controvertida prolongación de Blasco Ibáñez contrasta con el retraso en la llegada de las inversiones anunciadas para rehabilitar el barrio.

Los vecinos del Cabanyal, un barrio castigado por la degradación urbanística y social pese a ser Bien de Interés Cultural, se quejan de que un año después de la llegada del tripartito no se visualizan las mejoras mientras se agravan los problemas como la ocupación ilegal de casas. El Cabanyal está pendiente de la reasignación de 11,5 millones de euros del plan Confianza y de los 15 millones solicitados a los fondos europeos. La Generalitat ha firmado esta semana el convenio que permitirá cofinanciar obras de rehabilitación en el Cabanyal por valor de 12,7 millones de euros. Los recursos para rehabilitar empiezan a llegar con cuentagotas un año después de la llegada del tripartito, que culpa de todo a la lentitud administrativa.

El Parque Central es otro de los proyectos eternos que ha heredado el gobierno de Joan Ribó. De momento, el ayuntamiento, a través de la Sociedad Valencia Parque Central, está ejecutando la primera fase del jardín en espera de que se concrete la solución ferroviaria barata anunciada por Fomento hace ya meses. El soterramiento de la playa de vías con la nueva estación y la construcción del gran jardín que parte en dos la ciudad está aún muy lejos de ser una realidad.

También es fundamental para culminar la ordenación de la fachada marítima la prolongación del túnel de Serrería, apenas un kilómetro y medio de soterramiento clave para conectar la avenida de Francia con el PAI del Grao y Natzaret. El retraso en la construcción de este túnel está hipotecando además la construcción del colector del viejo cauce. Esta infraestructura es uno de los condicionantes de la ejecución del último tramo del Jardín del Turia, el de la desembocadura, donde el nuevo ayuntamiento ha conseguido que el puerto ceda espacios para la ciudad, en especial, para zonas verdes en el castigado barrio de Natzaret.

Menos recorrido ha tenido la reivindicación del alcalde de reversión de parte de la Zona de Actividades Logísticas del Puerto de Valencia a la ciudad. Joan Ribó anunció en campaña que defendería la reversión de la huerta arrasada en aras de la expansión del puerto. Sin embargo, una vez en el Gobierno y tras varias reuniones con el puerto, el alcalde ha plegado velas, lo que le ha valido duras críticas de los vecinos damnificados de la Punta.

Animalismo y participación

Otras decisiones clave del ejecutivo de Ribó ha sido desvincular al ayuntamiento de los actos religioso, fundamentalmente eliminando el Te Deum de la procesión cívica del 9 d´Octubre, mientras que otras de las señas de identidad del tripartito ha sido su apuesta animalista, con la reciente prohibición del «bou embolat» en las pedanías o el anuncio de ordenanza de animales más acorde a tiempos actuales.

Entre las grandes novedades del gobierno de Ribó destaca el primer proceso participativo de la historia de la ciudad para decidir en qué invertir 8 millones para los barrios. Aunque le faltó más implicación vecinal, la experiencia fue positiva. Otras áreas de València en Comú han impulsado planes de viviendas sociales, redistribución de los locales municipales para las asociaciones o el discutido plan de recomposición de bibliotecas, criticado por los vecinos.

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