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Antiguo suministro de agua

Los acueductos 'fantasma' de la Valencia romana

Un historiador sostiene que el «cap i casal» era el verdadero destino de las grandes obras de ingeniería que durante siglos se han vinculado al riego de la plana de Quart

Los acueductos 'fantasma' de la Valencia romana

­El antiguo suministro de agua de Valencia ha vertido ríos de tinta desde hace décadas. En la capital apenas se tiene constancia de cuatro restos de acueducto, dos de ellos documentados pero ya desaparecidos, mientras fuera de ella hay tramos que desaparecen antes de llegar a la capital. Sin embargo, el historiador Miquel Ramón Martí Maties les ha seguido su pista desde Vilamarxant a Valencia con la ayuda del experto de Riba-rroja Enrique Jarabú, ha unido restos inconexos y ha llegado a unas conclusiones totalmente alejadas de los planteamientos sostenidos por numerosos investigadores durante siglos.

Según sostiene en una tesis doctoral que logró el Cum Laude Europeo en la Universitat Politècnica de Valencia, no hubo dos acueductos romanos en esta zona, sino tres y, además, su destino no era regar la huerta de Quart de Poblet, como se pensaba de forma mayoritaria durante décadas.

El objetivo, tal y como explicaba a Levante-EMV, era alimentar a todo «cap i casal» con unas infraestructuras datadas desde el siglo I al VI d.C. y «recicladas» en su trayecto en época medieval, principalmente para el riego, que en época romana ya favorecieron la aparición de villas en los enclaves que hoy ocupan Vilamarxant, Riba-roja, Torrent, Aldaia y Xirivella.

Su planteamiento es que la Valencia romana sufragó la construcción de dos acueductos, en pleno esplendor imperial del siglo I. Ambos nacían aguas arriba a unos 30 kilómetros de Valencia, en el término de Vilamarxant, en lugares ya conocidos desde hace tiempo: Uno en una zona ahora cubierta de maleza en el paraje de la Pea y otro entre La Pea y el Maset dels Frares.

Desde ese punto, discurrían en ligera caída por la vecina Riba-roja, Manises, Quart de Poblet y llegaban a la ciudad de Valencia. Allí, uno se dirigía hasta la cara norte de la antigua Cárcel Modelo de Valencia „un lugar donde ya se encontró un tramo en los años 50„, recorría las calles de Quart y Toberas, para repartirse luego por diferentes partes del casco urbano romano y suministrar agua a sus termas, fuentes, viviendas, alcantarillas o campos. El otro, según afirma, discurría más alejado del río, iría hacia el sur de la población y, en su opinión, «debe ser el mencionado en la inscripción romana de la ciudad que alude al acueducto de la Puerta Sucronensis (la entrada sur de la ciudad)».

Origen de asentamientos

Este último canal, a su juicio, tenía otros secundarios que suministraban a algunas villas romanas, primero en Vilamarxant y Riba-roja después Aldaia y Xirivella, «como muestran restos de hormigón romano en orillas de barrancos y la inexistencia de otra fuente de agua corriente», apunta. Es decir, daban agua a unas construcciones que, con el paso de los siglos, «serían el precedente urbanístico de esas poblaciones, al igual que ocurre con otras 23 situadas en el recorrido de los acueductos que alimentaban al Sagunt de aquella época», afirmaba en su tesis, como informó este diario.

Su hipótesis es que ambas infraestructuras se mantuvieron y repararon mientras hubo un gobierno, una política estable y una inversión suficiente. Pero eso no siempre fue así. La crisis en el Imperio en el siglo III d.C fue notable en la ciudad. Como apuntaba el historiador, «arqueológicamente Valencia sufrió destrucciones, incendios y se abandonaron barrios enteros, reduciéndose el espacio urbano», por eso, Martí no descarta que se vieran afectados los acueductos.

Sin embargo, considera que el golpe definitivo se daría durante la llegada de «unos auténticos expertos en asediar una ciudad»: los vándalos que más tarde invadirían África y conquistarían Cartago cortando sus acueductos, tal y como ya afirmaba en un artículo que publicó la revista internacional British Archaeological Reports (BAR) de Oxford en 2001. Así, cree que fueron estos conquistadores los que remataron esa tendencia negativa y debieron «degollar» esos canales, rompiéndolos «para así dejar a Valencia sin suministro y doblegarla, dejando atrás saqueo, dolor y cenizas, como hablan los textos y demuestra la arqueología pues, entre otras cosas, en el siglo V, hay un rastro arqueológico de destrucción que baja desde Cataluña y que vemos hasta en el foro romano de Valencia que será destruido en el centro de la ciudad».

Tras esos golpes al sistema hidráulico, según indica, es cuando se haría un tercer acueducto que, como se sabe desde 1853, nacía en las cercanías de Valencia la Vella; un asentamiento amurallado de época alto-medieval situado en el término de Riba-Roja. Esta última infraestructura «presenta diferencias en sus materiales» y, en su opinión, debió ser fruto «de un acto desesperado en el que uno o los dos canales romanos afectados se emplearán ahora para riego y el tercero para agua potable de la efímera Valencia visigoda». Martí apuntaba que el escoger ese punto de toma de aguas a mitad de camino de Vilamarxant, a unos 16 kilómetros de Valencia, presentaba varias ventajas: Ahorraba gastos de mantenimiento «a una ciudad que ya no tenía ni la extensión, ni los recursos, ni la población, ni las estructuras de antaño» y, además, reducía la extensión a defender en momentos de peligro. Por ello, cree que «esto permitió un balón de oxígeno para que la ciudad pudiera superar durante un siglo más su abandono definitivo, al contrario que Saguntum, que no pudo levantarse del golpe, pues sus acueductos, en comparación, nacían al doble de distancia que los de Valencia».

Aún así, ese canal tuvo fecha de caducidad y dejó de llevar agua a la Valencia actual en el s. VII d.C, como apuntó en 2011 otro experto en este sistema hidráulico, Javier Martínez Jiménez, a partir de la excavaciones de la ciudad.

Desde esa fecha en adelante, todo cambió. De hecho, Hortelano Uceda descubrió cinco ramales secundarios excavados en tierra en la parte final de los acueductos que desaparecen en la Plana de Quart; algo que Martí ve «la prueba de un sistema hidráulico tardío, dañado desde el V d.C, que en el siglo VII ya no llega a Valencia, ni con su tercer acueducto y solo riega tierras de Valencia La Vella».

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