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De Copenhague a Curitiba

El ecologismo y transporte de Curitiba seducen a Ribó

El alcalde de Valencia se fija en la ciudad brasileña como modelo integrador de urbanismo, movilidad, participación y ecología

El ecologismo y transporte de Curitiba seducen a Ribó

Copenhague como modelo de ciudad sostenible, y Curitiba como referente en políticas participativas, cultura verde y movilidad. A ambas ciudades mira con lupa desde hace tiempo Joan Ribó Canut. Era conocida su admiración por la urbe danesa, pero no tanto que hubiera puesto sus ojos en el otro lado del charco, en Sudamérica, en una Curitiba que dobla la población de Valencia y que a priori poco tendría que ver con la realidad a estas orillas del Mediterráneo. Ribó, sin embargo, señala que la brasileña es «un referente en algunas de las políticas más avanzadas» que ya están poniendo en marcha muchas capitales del mundo. También una «ciudad ejemplar» a la que hay que seguir de cerca. «Además de sus experiencias en lo que son presupuestos participativos, es una metrópolis que hace que la naturaleza cuide de su gente», apunta el alcalde de València.

Curitiba se convirtió en la década de los años noventa en emblema de ciudad ecológica. «A diferencia de lo que se había hecho en otros lares europeos y americanos, el paisaje es un actor más, al que se respeta y, sobre todo, del que se extraen grandes beneficios para la ciudadanía», explica Ribó. «Es, a otra escala, lo que nosotros hemos planificado respecto de la huerta. No solo somos conservacionistas, sino que además queremos dinamizarla», razona, para acto seguido remachar con un lema que no se cansa de repetir: «L´horta tindrà futur si està viva».

En Curitiba, el proyecto urbano de integración bosque-ciudad fue concebido a largo plazo„ treinta años„, con un amplio equipo multidisciplinar al frente. Arquitectos, urbanistas, ingenieros, geógrafos, economistas, abogados, sociólogos, incluso historiadores además de los técnicos municipales, apostaron por la continuidad del proceso con criterios cultos y modernizadores, coinciden en señalar las distintas informaciones sobre la población más grande del estado de Paraná. Grandes plazas, inmensas zonas verdes en pleno centro, boulevares y calles floridas y mucha limpieza, son algunas de las características que definen a Curitiba. En dos décadas se pasó de 0,5 m2 de área verde por habitante a 50 m2. Algo que se ha conseguido con la recuperación de antiguas canteras y recintos industriales. Situación difícilmente extrapolable a Valencia, aunque el cauce del Turia es un ejemplo de optimización y reconversión de espacios públicos.

Un carril propio para el bus

Pero no solo el ecologismo ha seducido a Ribó. El transporte público es fundamental en la ciudad brasileña. Una red de autobuses biarticulados -rojos como los de la EMT de Valencia„, circulan por un carril propio con estaciones que se asemejan a un enorme tubo, donde se expenden billetes. Funciona con la rapidez de una línea de metro, pero con una inversión cien veces menor. Aunque los autobuses pertenecen a diferentes empresas privadas, la gestión es municipal y los beneficios revierten en las arcas públicas. «Ha experimentado una notable mejora de la calidad de vida de su gente con unas políticas de movilidad que pasan por priorizar al viandante y el transporte público», apunta Ribó. «¿Les suena este mensaje?», ironiza el alcalde. «Es lo que queremos para Valencia», proseguía.

«No queremos inventar la rueda, sino adaptar modelos positivos a nuestra ciudad, haciendo que los vecinos y visitantes puedan disfrutar de los centros históricos paseándolos, pacificando el tránsito y reduciendo la velocidad del transporte motorizado, haciendo un mejor aprovechamiento de los recursos públicos, con la mejora de las líneas de autobús...», desgrana el líder municipal de Compromís. El sistema de transportes está basado en dos ejes lineales y curvos que yendo del este al sur y del norte al oeste se sitúan tangencialmente al centro histórico, como si de un racimo se tratase. Megaurbes como Los Angeles y Nueva York se fijaron en su día en él para aplicarlo también.

La progresiva peatonalización de la zona histórica de Curitiba es un camino que también está recorriendo Valencia desde la llegada del Govern de la Nau al «cap i casal». La creación de carriles bici, ya a partir de 1978, ha convertido a la ciudad más grande del estado de Paraná en un referente. Valencia, mientras, aprobó el pasado mes de mayo el proyecto del carril por la ronda interior por un importe de 852.469 euros y un plazo de ejecución estimado de 5 meses.

«Como queremos ser sostenibles y eficientes, hemos puesto en marcha estrategias como el Plan de Eficiencia Lumínica, que permite un ahorro a las cuentas públicas y, sobre todo, reduce la contaminación lumínica de la ciudad. Una experiencia similar se ha hecho en Curitiba», recuerda Ribó. Se trata de un proyecto aprobado en la junta de gobierno del pasado 1 de julio y que permitirá a Valencia disminuir un 70% el gasto lumínico y ahorrar dos millones de euros en la factura de la luz. «València es una ciudad con una idiosincrasia propia y así la valoro y la aprecio. Es en la manera de gestionar donde como gobernantes estamos obligados a observar modelos exitosos de políticas públicas en Europa y en todo el mundo para poder adaptarlas a la realidad valenciana», argumenta el alcalde.

En cualquier caso no es oro todo lo que reluce en Curitiba, pues se echa en cara a los políticos que desde hace décadas se haya construido muchos parques, pero escasa vivienda social. Algo que se ha tratado de paliar en los últimos años con la promoción de pisos de protección oficial y hospitales. Favelas en algunos barrios y en el extrarradio son la asignatura pendiente en la considerada como «ciudad ejemplar» por muchos responsables públicos como es el caso de Ribó.

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