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Vuelve al Muvim

La ciudad perdida y la gran maqueta de Tosca

La maqueta de la Valencia del siglo XVIII, que vuelve a exhibirse en la entrada del Muvim, deja en evidencia cuantiosas pérdidas patrimoniales, desde las murallas a los conventos

La catedral y el Miguelete y Santa Catalina (drcha.)

La Valencia que representó el padre Tosca en su célebre plano de 1703 era una ciudad de apenas 45.000 habitantes frente a los casi 800.000 actuales, muy verde, con una huerta feraz y bien conectada con la villa, conocida por su gran cantidad de iglesias y sus más de 20 conventos, muchos desaparecidos como el de San Francisco -actual plaza del Ayuntamiento- y el del Remedio, ubicado junto al puente del Mar, que representaban junto con el de Santo Domingo y el Carmen grandes manchas verdes intramuros.

Este y otros detalles revela la maqueta a gran escala, basada en el plano de Tosca, que ha recuperado el Muvim y que se vuelve a exhibir, después de seis años desmontada y guardada en un almacén, en la entrada del museo, ahora bajo la dirección de Rafael Company, en cuya anterior etapa al frente del museo se encargó la confección de dicha maqueta, un trabajo artesanal dirigido por el estudio de Vicente Herráiz y Lucas Gómez. La maqueta policromada, a escala 1:500, ocupa 24 metros cuadrados y no le falta detalle, incluida la iluminación. Todos los edificios están hechos a mano, se cuentan 50.000 árboles y 450 manzanas de casas.

El director del museo asegura que el de Tosca es «un plano denuncia» porque deja en evidencia las pérdidas patrimoniales sufridas tanto por las guerras como por la especulación urbanística. La maqueta se puede observar desde distintos planos. Desde la planta alta del «hall» del museo, a vista de pájaro, se aprecia mejor el retroceso de la huerta, devorada de manera implacable por la expansión urbana. En el plano de Tosca se aprecia el huerto de Tramoyeres, sobre el que se construyó el Botánico y la calle Quart y la huerta de Raiosa sobre la que se construyó el ensanche y los barrios obreros del distrito de Jesús.

Además de la huerta, destaca otra gran pérdida patrimonial: la de las murallas medievales y sus doce puertas, que sucumbieron a las corrientes higienistas del siglo XIX -también a la necesidad de dar trabajo a la población- y de las que únicamente se conservaron las puertas de Serranos (la más monumental) y la de Quart porque entonces estaban en uso, como cárceles.

A lo largo de la historia se ha perdido mucha huerta pero también se ha ganado un pulmón verde en el jardín del Turia, concede Company.

El centro político de la Valencia que documentó el matemático y arquitecto Tomás Vicente Tosca, por encargo de Felipe V, era el entorno del Palau de la Generalitat -que entonces tenía una sola torre y no dos- y la Casa de la Ciudad, el ayuntamiento medieval, derribada en 1860.

Un cielo de cúpulas azules

El eje del comercio era la calle San Vicente, que en la maqueta destaca por su anchura, y la plaza del Mercat con la Lonja de la Seda y los Santos Juanes, donde se ubicada el mercado hasta la construcción dos siglos más tarde del Mercado Central. También destaca en la maqueta el convento de San Agustín, que ocupaba una vasta superficie, con dos claustros y un huerto, de los que hoy ya no queda ni sombra.

En la maqueta de Tosca sobresale extramuros el Palacio del Real, derruido durante la Guerra de Sucesión, ubicado junto al Convento de la Trinidad, que entonces era un edificio exento y rodeado de huertos.

En la maqueta destacan construcciones como el baluarte o ciudadela, ubicado entre la Puerta de la Mar y la del Real, cerca del convento de Santo Domingo, «con los cañones apuntando hacia adentro por orden de Felipe V, que veía más enemigos dentro de la ciudad que fuera», explica Company.

En el cielo de la Valencia del siglo XVIII destacaban infinidad de cúpulas de color azul, de cerámica vidriada, excepto las de Santo Domingo, de reflejo metálico, y el Patriarca, de color azul y blanco, cuyas imponentes construcciones destacan en la maqueta.

Los responsables del MuVIM quieren organizar visitas nocturnas para ver la maqueta, siguiendo el ejemplo de otras ciudades como Roma que ha convertido la gran maqueta de la Roma Imperial, del Museo della Civiltà Romana, en un atractivo turístico más de la ciudad eterna. Esta maqueta, de mayor escala que la de Tosca, se actualiza continuamente con los últimos hallazgos arqueológicos. La intención del MuVIM es también convertir la maqueta en uno de sus reclamos.

Del Hospital al Muvim, de las moreras y palmeras al naranjo

El propio edificio del Museo de la Ilustración (MuVIM) donde se exhibe la maqueta y los planos del padre Tosca es resultado de una «salvajada» urbanística. Los terrenos donde se levanta el museo formaban parte del conjunto del antiguo Hospital, derribado en los años 70 del siglo pasado y del que solo se mantuvo en pie el crucero donde actualmente se ubica la Biblioteca de la calle Hospital. En frente del antiguo Hospital, extramuros, se encontraba el Cementerio de los Apestados, que aparece en la maqueta de Tosca. La maqueta también evidencia los cambios en la vegetación urbana. Frente al predominio del naranjo actual, entonces los árboles que más proliferaban eran las moreras, cipreses y palmeras.

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